Nombre del autor:Manolo Montalt

Del secuestro a la liberación

Hay que ver las vueltas que da la vida, debió pensar más de uno cuando la adrenalina dejó el jueves a eso de las once y media de la noche un mínimo resquicio a la razón en medio de la locura colectiva más justificada que un servidor recuerda. El Valencia CF pasó en poco más de 24 horas de verse envuelto en otro episodio de vergüenza ajena, (un secuestro de opereta, o un caso de Mortadelo y Filemón si lo prefieren), a una noche mágica. De esas en las que sólo el fútbol, porque la pelota no ensucia a los sentimientos y determinados personajes sí, es capaz de cambiar la ignominia por las lágrimas de felicidad.

CSI Mestalla

Con un proceso de venta en marcha que deja a la serie «House of cards» en un capítulo de Heidi, y una eliminatoria europea con obligación de remontada basada en el factor del que más adolece este equipo, el gol, la verdad es que me da siempre por pegarle vueltas a la cabeza del porqué del ocaso absoluto futbolístico del Valencia.

Fracasa-dos

Porque de dos fracasos voy a hablar hoy en este rinconcito que da últimamente para pocas alegrías, muy a mi pesar. Tras la derrota ante el Getafe por 1-3, el primer fracaso del que cabe hablar es el del proyecto deportivo de Amadeo Salvo. Escribía servidor hace un par de semanas aquello que canta Carlos Goñi de «es lo que es, hay lo que hay, por ahora no dan más», a lo cual hay que añadir aquello que cantaba Serrat de «nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio». Porque más allá de filias o de fobias, la realidad es que el proyecto deportivo de Amadeo Salvo es un fracaso.

El celler de Can Dani

Lo reconozco. Fui duro con él en su primer año. No entendí su fichaje y me exasperaba su aparente falta de carácter en los primeros partidos en que lo vi con la camiseta del Valencia. Y aún digo más: diría que fui duro rozando la injusticia.

Es lo que es, hay lo que hay…

«Fueron como una habitación de hotel sin pasado ni futuro; fueron lo que fueron porque Dios se empeñó en que fuera así…». De esta manera comienza una canción de mi admirado Carlos Goñi. Una con un estribillo tan de perogrullo que quizá es la única capaz de explicar el momento que atraviesa el Valencia.

Entre la torpeza y el Whatsapp

Anda el Valencia CF a mitad de camino entre la desesperación, el cabreo y la sospecha alrededor del colectivo arbitral. La última parte del camino anduvo trufada de errores en todos y cada uno de los partidos. Errores en algunos casos repartidos, pero que desde la perspectiva valencianista han sido de mayor trascendencia y peso los que han ido en su contra, que aquellos que le han beneficiado.

Seis de nueve

Más allá del lógico análisis tras una derrota, la realidad es que de poco vale llorar por la leche derramada. Los tres puntos de Vallecas se quedaron en el barrio madrileño en el peor partido de la era Pizzi para el Valencia CF. Esta derrota le pone muy cuesta arriba al Valencia su aspiración por jugar en Europa la temporada siguiente.

Insensibles

Siempre he tenido la impresión personal, equivocada o no, de que hay ciertas situaciones que no tienen nada de espontáneas. Más bien al contrario, son una consecuencia directa de ciertos comportamientos.

No frost

A este paso, la nevera se va a quedar pequeña. Y no hablo de la de mi casa. Ni siquiera de la de usted que me está leyendo. Pero el imaginario espacio correccional que pena los errores de los trencillas se podría quedar pequeño si no fuera porque nadie vigila al vigilante.

«Olvídese usted de ayer»

Nos ha dejado el padre de la España campeona. Don Luis Aragonés, El Sabio de Hortaleza. El hombre de las mil frases para el fútbol patrio. «Ganar, ganar y ganar. Y luego volver a ganar, y ganar, y ganar…», «por detrás, ni el bigote de una gamba», «no te mata la bala, te mata la velocidad de la bala»…

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