A falta de magia, Turín como maná para el Valencia

Las ‘buenas’ sensaciones del Valencia C.F. en los partidos ante Ludogorets en Bulgaria y Athletic Club en Mestalla quedaron truncadas el domingo pasado ante una derrota posible pero lejana para los valencianistas.

Pese a que el equipo se sobrepusiera a una expulsión injusta en Razgrad y dejara sellado el pase con una actuación más o menos correcta, y tras el punto agridulce ante un rival directo en Liga, el conjunto de Pizzi volvió a la cruda realidad ‘disfrazada’ por los buenos resultados en partidos importantes y la voluntad de una plantilla con nuevos tintes. En Anoeta, sin embargo, la ‘cremà’ quedó incompleta.

Muchos tenemos claro que la magia no existe. La ilusión eleva a la máxima potencia cualquier truco de cartas elemental. Conscientes, ante todo, de que revitalizar y renovar la caduca estructura del pasado en unos días está fuera del alcance de todo sibarita experto de la seducción.

Cuando el hechizo no funciona, la mente de los espectadores evoca ese fantasma del pasado que impide progresar y hacer efectivamente bueno todo tipo de cambio. Los 88 millones de euros invertidos en 4 años asoman al cráneo blanquinegro del aficionado en busca de un ídolo, un estandarte al que aferrarse y encomendar la compleja misión de remontar, escalar y alcanzar la segunda cima más alta de Europa. Los tres últimos tropezones han cortado la progresión.

Otra cuestión importante es el rendimiento de los fichajes de última hora. Tienen que dar mucho más. La intermitencia de Vargas no ayuda a en ataque. El Keita del Barcelona (no sé si volverá) pocas veces se ha asomado por Mestalla. Vinicius y Vezo no tienen minutos. Senderos es correcto pero ‘cantarín’ (gol de Agirretxe) en alguna jugada y su salida de balón no es la más adecuada. Y Jonas (sin ser un traspaso reciente) lo mismo. El gesto del club dándole el brazalete de capitán poco sirvió ante la Real.

Las vías se agotan. El ilusionismo y la trampa quedan en la retina, desvaneciendo las posibilidades de volver a echar mano de ellas. La realidad y el trabajo incesante son los únicos canales para tildar como exitosa el fin de una temporada para olvidar. Porque con el dinero no se puede contar hoy en día. Y las matemáticas no suelen ser amigas de todo el mundo.

A 8 unidades del Sevilla de Unai Emery se sitúa el Valencia (en el Pizjuán está sentenciado, desde hace tiempo toda vez que no saca el máxima rendimiento a una plantilla extraordinaria, aunque ganase al Betis en Europa League). Empatado a puntos con Espanyol y Levante y coqueteando con la parte media-baja de la tabla. Desesperante.

Cierto que todavía quedan 30 puntos, pero la inestabilidad numérica valencianí es difícil de encontrar en Villarreal, Athletic y Real Sociedad. Equipos que, además, por lo general no eres capaz de ganar.

Suerte tiene el Valencia de haber quedado emparejado con el Ludogorets y que varios de los ‘cocos’ de la Europa League peleen entre ellos por hacerse un hueco en la siguiente ronda. Pero algunos de ellos quedan en el bombo. Oporto, Juventus, Basilea, Benfica… Y servidor, pese a confiar en el Valencia C.F., ve más que complicado llegar a la final de una competición que compartes con estos nombres. Un escalón por encima sería ganarla. Es decir, prácticamente el único camino que le queda al club para seguir disputando competiciones europeas un año más.

 

Alberto Gómez (@Alberto_Gomez9)

 

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