Así fueron las últimas horas de Djukic en el Valencia

¿Qué pasó? ¿Qué hizo que Amadeo Salvo, que según fuentes del club se marchaba a Brasil y pretendía mantener al serbio en el cargo unos días más, cambiase de opinión? La situación, crítica, se convirtió en insostenible con el paso de las horas. El presidente barruntaba lo ocurrido mientras salía, con rostro desencajado, del Calderón. Doce horas después, la decisión estaba tomada.

El Valencia optó por el silencio como respuesta cuando fue requerido por las televisiones tras el partido. El departamento de comunicación optó por esconder a Salvo de preguntas incómodas. El presidente y Rufete bajaron al vestuario, donde vieron a un Djukic hundido. Pese a la dureza del 3-0, el mandatario se fue del Manzanares rumbo al hotel con un viaje previsto a Brasil horas después para atender asuntos varios relacionados con su empresa, Power Electronics. También Rufete y algún consejero pernoctaron en la capital de España.

El paso de las horas y las preguntas a su círculo de confianza fueron modificando la opinión del presidente. Todos coincidían: Djukic no estaba capacitado para sacar la situación adelante. A estos ‘imputs’ se sumó la opinión generalizada dentro de la expedición valencianista, que regresaba en esos momentos en AVE tumbo a tierras valencianas. El sentimiento de derrota era absoluto. Ciclo agotado.

El presidente obró con rapidez. El lunes por la mañana canceló su vuelo a Sudamérica y cogió el tren con destino a Valencia, donde llegó al mediodía. También Rufete regresó a la capital del Turia. Djukic fue llamado a capítulo a las dos de la tarde, después de la suave sesión de entrenamiento de la plantilla. La negociación fue rápida. El contrato del serbio contenía una serie de cláusulas que evitarán que el Valencia abone íntegramente los 2,2 millones de euros que el serbio debería percibir hasta el 30 de junio de 2013.

La noticia sentó como un tiro al entrenador, que comunicó lo ocurrido a su cuerpo técnico, cuyo núcleo duro está formado por Ray Henric-Coll y el preparador físico Dejan Illic, uno de los más cuestionados por buena parte de la plantilla. Como último gesto de cara al club, Djukic aceptó aparecer en la rueda de prensa donde se anunció su destitución, a las cinco de la tarde. El serbio miró al horizonte y se mordió la lengua tras alguna frase fuera de tono por parte de Salvo. Dijo no compartir la decisión, pero entenderla.

Herido en su orgullo, se marchó de las oficinas despidiéndose de algunos trabajadores y periodistas. Su intención era hacerlo el miércoles de la plantilla, pero la cancelación del día libre de los jugadores podría adelantar sus planes. Djukic, el hombre que habló de «despertar al gigante dormido», acabó devorado por él.

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