Dicen que cuando amas algo de verdad, ese amor es para siempre. Aunque seas una institución, yo te amo Valencia CF. Te amo desde que nací, y viéndote jugar partido tras partido, me transmitistes sentimientos tan grandes que, al latido de mi corazón valencianista, sangre blanquinegra corre por mis venas. Mi alma es tuya, tanto en las buenas como en las malas.
En las buenas, por la felicidad que me generas, esa felicidad imposible de pagarse con dinero y que no cambiaría por nada. Y en las malas, porque es cuando más necesitas saber que nosotros, los aficionados, estamos aquí. ¿Sabéis qué?
En las malas estaremos y más fuertes nos levantaremos, porque tu eres el mejor. Tú eres el Valencia.
Muchos hablan sin saber ni conocer este sentimiento. Muchos afirman que el Valencia no es, ni de lejos, el mejor club del mundo. He de decirles a todos ellos que me da igual su opinión, porque no hará cambiar la mía. Pase lo que pase del Valencia seré, y esté donde esté te animaré. Si como aficionado del Valencia no creo en esta entidad, dudo que alguien que no lo sea pueda hacerlo.
Has sido fuente de alegrías y tristezas toda mi vida. Me has proporcionado magníficos temas de conversación con amigos, primos e incluso en las redes sociales con aficionados. Por eso y mucho más, y aunque no me des de comer, siento que te lo debo todo. Y así lo hago saber cuando tengo la oportunidad de ir a Mestalla. Allí me dejo la piel, sufro cuando las cosas no salen bien y la felicidad se desborda a la hora de celebrar un gol.
Estas palabras hacia ti, Valencia, surgen de una pregunta muy habitual: «¿Qué es para ti el Valencia?» Y aunque apenas me han salido un par de párrafos, debo excusarme con algo obvio: lo que siento por este club no se puede transmitir solo con palabras. La mejor forma de expresarlo está en Mestalla, en el rostro de cada aficionados. Ahí, en sus caras, esos sentimientos explican lo que supone esta gran familia para todos sus miembros. Un sentimiento unánime y una ley no escrita: que, cuando falle la voz, aquí se anima con el corazón.
Manoj Nankani (@ManuNankani)