Creerse el Apocalipsis

Difícil panorama para comenzar una nueva andadura. Con un Valencia sin Champions -ya han trabajado algunos para ello-, con un entrenador que dibujó el sábado un panorama apocalíptico -necesitaba una excusa para querer creerse el axioma vendido por los que hoy al fin se marchan, ese del «després de jo, cagallò»-, y con un Consejo que está haciéndolo todo por dejarle la plaza a los que entran lo más empantanada posible. En las hipótesis de futuro, el ‘Txingurri’ prefirió creer en la amenaza del Apocalipsis antes que en la Tierra Prometida.

Hay que reconocer que Valverde hizo una tarea fantástica en lo deportivo y resucitó a un equipo muerto, pero tuvo el final más torpe de los posibles, erigido absurdamente en abanderado de los avezados proponedores de los «mil a cincuenta mil» que, para animar a que la gente ‘pique’, ofrecen vídeos sobre el descenso del Valencia cuando en casi cien años de historia este club ha dado más tardes de gloria que de disgusto. En dicho vídeo sólo salen imágenes de ex directivos, cuando la gente va al fútbol a ver futbolistas.

En el último día, Ernesto lo hizo todo mal. Eligió mal el discurso en el vestuario, antes y en el pospartido. Como si el mesurado extremeño, inteligente a la hora de navegar en medio de las tempestades, hubiera mutado en el entrenador del banquillo de al lado y con el que comparte representante. Correr a contarle las cosas al presidente en disfunciones y a quien le manda de verdad, cuando debió comunicar su salida al presidente entrante antes que a nadie, revela a las claras qué ha venido ocurriendo en los últimos meses.

No acordarse en su discurso ni un sólo segundo de los que le gritaron «Valverde quédate» supuso una grosería impropia de alguien que se viste por los pies. Fue el interesado portavoz de una de las partes, revelando que sus argumentos eran los del consejo saliente: esgrimir como excusa que los que llegan van a vender futbolistas, cuando los que se van lo han vendido todo, tiene su coña marinera.

Con todo ello, el Valencia -no Salvo, sino el Valencia- deberá comenzar el nuevo proyecto sin Champions y lidiar con los jugadores que no quieran continuar sin la pelotita de las estrellas. Situación, por otro lado, provocada por ellos mismos y que no debe hacer temblar el pulso a los nuevos gestores. Si no quieren estar,se llamen como se llamen, sobran en este club.

Lo más inmediato es la asamblea de hoy. Ojalá todos sus actores sepan comportarse esta noche. Los que se vayan, que lo hagan sin montar cirios que ensucien la imágen de una entidad a la que han demostrado querer bien poco en las últimas fechas. Los que entren, que lo hagan con firmeza y sabiendo lo que llevan entre manos. Y todo aquel que tome la palabra, cuando esté en el atril, que sepa que representa la imágen del Valencia CF.

Lo siguiente será la llegada de Djukic. De entrada, toda la suerte del mundo. La suya es la del Valencia y apoyo y cariño no le van a faltar. Falta saber como dominará el complicado entorno de un club como el Valencia.

Toca volver a empezar. Toca volver a ser el Valencia. No será tarea fácil.

 

Manolo Montalt (@ManoloMontalt)

Director de La Taula Esportiva de Radio Nou

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