De mecánico a pirómano

(Ahora los integrantes de su club de fans oficial se lanzarán prestos a despellejarme, pero pediría como última voluntad que me dejen explicar mis argumentos. ¿Me dais dos minutos? Bien.)

Ver la cara de circunstancias de Amadeo Salvo el pasado martes, tras conocer de boca de un periodista las explosivas declaraciones del galo en la revista ‘Offside’, fue la pista definitiva para intuir que Rami hace tiempo que va por libre. A algunos, desde luego, la ‘rajada’ no les pilló desprevenidos. Hasta en tres ocasiones Adil se ha ido de la lengua en las últimas semanas sin venir a cuento. Siempre en medios foráneos o alternativos. Siempre con un desdén hacia el club que asusta.

La historia de Rami, en lo futbolístico, es de cuento de hadas. Fue mecánico en su juventud, limpió graffitis en las calles y hasta llegó a ejercer de ‘paleta’ poniendo ladrillos, pero su salto el ámbito profesional a los 21 años y su ascenso meteórico en el panorama futbolístico de la Ligue 1 aventuraban un futuro muy prometedor para el central.

Pero más allá de sus dotes de liderazgo, de su colocación, de sus condiciones físicas y técnicas, lo que nadie parece haber podido enseñar todavía a Rami es a pensar antes de actuar. O a pensar antes de hablar, lo mismo da. Queda muy gracioso decir que estás “muy loco” o que todo es “de puta madre” en una rueda de prensa. Risas por doquier, minutos de radio y televisiones pegándose por sacar la frase del día. Pero esta actitud desenfadada y poco seria no sirve para trazar un camino recto en la trayectoria futbolística de un jugador con aspiraciones a ser ‘top’. El antaño mecánico se ha convertido, a sus 27 años, en un verdadero pirómano dentro del Valencia.

Rami lleva más de dos meses comportándose de forma desleal con el club que lo ha dado a conocer a nivel europeo. Una sucesión de lesiones, molestias y percances le impidieron rendir en el tramo final de la temporada: sólo tuvo minutos en dos de los últimos diez partidos de Liga. En el ‘pack’ hay que incluir una de las lesiones más absurdas que he conocido en los últimos diez años: la infección de una ampolla en el pie. Algo que quizá se podría haber evitado de haberse quedado en Valencia tratándose de dicha dolencia, en lugar de viajar a su país y participar en un acto benéfico en el que acabó subido a un escenario bailando el ‘Gangnam Style’. A eso, en mi pueblo, lo llaman irresponsabilidad.

Dice Rami que quiere ambición en el Valencia, que quiere ser el nuevo Ayala de la defensa. Que quiere sentirse importante. Desde luego, caminar por la vida a manguerazo limpio, echando gasolina a los incendios en lugar de agua, no refrenda dichos pensamientos. No es de recibo ‘matar’ al director deportivo, a un ex entrenador y mandar un recado a una nueva junta directiva a la que ni siquiera conoces. Se queja de que le usan como un «objeto para ganar dinero», cuando él está usando la plataforma que el Valencia le ha proporcionado para aumentar su valor de mercado y ganarse un jugoso contrato en otro club. Bendita ironía.

Su círculo cree que no regresará a Valencia tras las vacaciones. Doce millones –su cláusula de rescisión, menguante, como el jugador quería cuando firmó por el Valencia en 2011- le separan de marcharse en busca de prados más verdes. Francamente, no dudaría en abrir la puerta de salida a un tipo que parece haber olvidado sus humildes orígenes para embarcarse en un frenesí de declaraciones altisonantes, ínfulas de grandeza y poco encaje para las críticas deportivas. Por muy bien que nos caiga, el club debe empezar a hacerse de respetar en este sentido tras muchos años de tragar con carros y carretas. A incendiar, a otro sitio.

 

Paco Polit (@pacopolit)

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