De parón a parón…

Vuelve a parar la liga. Las fechas colocadas de manera obligatoria por FIFA para que paren los campeonatos nacionales y las selecciones tomen protagonismo llega a su segundo capítulo con un decorado bastante diferente al que existía cuando el paréntesis de septiembre en lo que toca al Valencia.

Lo que va de parón a parón son 10 puntos de diferencia. De los tres con los que llegaste al primer paréntesis, a los trece con los que se estaciona ahora el equipo.

No sólo en puntos la diferencia es ostensible. Sólo en los goles encajados la diferencia es abismal. Seis goles en los primeros tres partidos, cinco en los siguientes (tres de ellos contra el Betis en un sólo partido). Es decir, sólo dos goles en contra en los últimos cinco encuentros.

Y sobre todo, ha cambiado la sensación. De dar la impresión de estar ante un equipo en progresiva construcción cuya mejora es paulatina pero evidente, a la del anterior partido en situación de crisis.

Fundamentalmente, el Valencia (con aspectos todavía por mejorar, no nos engañemos), es ahora un equipo. En lo futbolístico y en lo personal. El hecho de que Ramí se quitara la careta y decidiera demostrar su nivel implicación (el de profesionalidad ya hace muchas jornadas sin sol y algunos viajes en AVE que lo venía demostrando) ha sido el factor que lejos de romper al grupo, ha acabado por cohesionarlo. Que buena vista tenían quienes canonizaron al francés…

Los primeros partidos (Sevilla y Granada, fundamentalmente) cayeron más por testiculina e implicación que por fútbol. Las fotos de vestuario de Joao Pereira y del resto de jugadores son ya una constante. Como muestra del buen rollo, y como reivindicación al mundo futbolístico de un grupo bajo sospecha, «aquí estamos, señores. Somos un equipo y estamos orgullosos de demostrar que valemos para defender este escudo y que queremos instarlo/instalarnos en la élite».

También Djukic ha mutado. Y para bien. Escuchó en plena crisis el mensaje de su vestuario. Tomó nota. Y decidió reiniciar desde lo más básico. Líneas juntas, conceder pocos goles y el resto ya llegará.

Y sobre todo porque uno de los éxitos de Valverde fue rehabilitar futbolistas. Con el cacereño se rehabilitaron los Mathieu, Parejo y Banega. Con Djuka, Feghoulí da alguna muestra estar volviendo de aquella maldita Copa de Africa que fagocitó al argelino, Víctor Ruiz cumplió sobradamente en alguna situación más que comprometida,  Alcácer comienza a tener minutos (que aprovecha) y Barragán tiró en la nueva Catedral el mejor partido que se le recuerda de blanquinegro.

A este panorama sólo faltan por subir al barco Parejo y Oriol Romeu. Y entonces el barco va a comenzar a tener soluciones para casi todos los abordajes.

Ese es mérito total de Djukic y la recuperación de su equipo también. Ahora, no hay que ser conformistas y persistir en esta dirección. Lo difícil no es llegar, es mantenerse. Esperemos que por mucho tiempo.

 

Manolo Montalt (@ManoloMontalt)

Director de La Taula Esportiva (Radio Nou)

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