Del ostracismo a los espacios

Lo mejor de que en la vida te vengan mal dadas, debió pensar Pablo Piatti desde que llegó a Valencia, es que te ayuda a ubicar a quienes te rodean.

Aprendes a distinguir con facilidad a tus enemigos, ya que tardan un nanosegundo en carroñear a tu costa. También aprendes a distinguir a los amigos de verdad. Incluso a algunos a quienes por tu propia torpeza no supiste valorar y a los que descubres para tu propia alegría.

Y por último desenmascaras a los falsos amigos. A aquellos que se apresuraban a darte palmaditas en la espalda y a darte su mejor cara, pero que en cuanto no luce el sol a tu lado les falta el tiempo para huir del barco como ratas y subirse a la primera patera que pase.

Y todo esto habrá tenido tiempo de calibrarlo un Pablo Piatti que lleva dos buenos partidos en Mestalla. Porque la única verdad es que en Piatti no creía (no creíamos, me pongo el primero de la lista) nadie. Pablo estaba sólo en esta lucha. Nadie contaba con Piatti para nada, ni -si me apuran y si me admiten la exageración- para la foto oficial.

Cuando este verano el club se enrrocó en deshacerse del argentino (tanto como el propio futbolista en no salir del club de Mestalla), las críticas le llovieron por no colaborar en su traspaso y por decidir contra viento y marea quedarse.
Le costó el ostracismo, le costó hasta perder el dorsal (el 11 se lo dieron a Pabón) y
Pablo se quedó con un ridículo «2» para un interior izquierdo.

Pensándolo mejor, miento. Casi nadie creía en Piatti. Y digo casi nadie, porque mi amigo Manolo Más me insistía en La Taula -cuando nos dejaban emitir la de verdad- en que el problema de Piatti era en gran medida la manera de jugar del equipo: «Mientras juguemos a tocarla y sin espacios por delante, ese chico no hará nada. Piatti tiene que jugar a correr, en velocidad y con espacios»…

Con la perspectiva de los partidos ante R. Madrid y Levante, y con las reservas propias de haber sido sólo dos partidos, es evidente que los planteamientos de Nico Estévez primero y de Pizzi después alimentan la idea de mi amigo Manolo.

Así que de momento Pizzi comenzó con la idea que dejó Estévez. Presionar, correr, juego directo, pocos toques, intensidad y velocidad. El clásico ADN del Valencia que algún mente lúcida se ha empeñado en querer borrar y que ha sumido al equipo en la vulgaridad y la falta de personalidad más alarmante de los últimos años.

Esta noche espera el Atlético en Copa. El decorado será muy diferente, pero al menos la idea parece clara. Poco a poco iremos saliendo de dudas sobre qué quiere Pizzi. De momento parece que lo que le ronda por la cabeza tiene buena pinta.

Pero ha sido sólo un partido, por eso el «de momento». Con el tiempo ya iremos viendo…

 

Manolo Montalt (@ManoloMontalt)

La Taula Esportiva (NOU Radio)

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