Deporte, política y vida: una mezcla complicada

Un político importante de esta bendita comunidad -no le hago publicidad porque no la merece y sobre todo porque no me apetece – me dijo el otro día, sin sonrojarse lo mas mínimo, que “con sentimientos no se arreglan las situaciones”. Hablaba de RTVV. Y servidor, tonto de mi, pensé: «Jolín, llevo 49 años equivocado, que gilipollas estoy».

Y me dio por pensar en el Valencia Club de Fútbol, y en mucha gente y en muchas circunstancias de la vida y en momentos felices y en momentos durísimos.

Yo al contrario que este político, pienso que los sentimientos son los que mueven el mundo, los que salvan los problemas, vamos los que nos diferencian de las maquinas que no de los animales ya que estos tienen mas que muchas personas.

Pero claro yo no soy político importante mi opinion no vale casi nada.

Las enfermedades mas graves se superan con sentimientos, las perdidas de seres queridos con sentimientos, las alegría que nos da la vida con sentimientos, las familias se levantan de sus problemas con sentimientos, la distancia entre lo seres queridos con sentimientos hasta el Valencia se salva con sentimientos.

Porque son los sentimientos los que no les permiten a los políticos meter mano al Valencia y ser tan cruel como con el resto de cosas, eso y, porque no decirlo, un poco de cobardia y miedo a la reacción.

Y al Valencia les salvan los sentimientos querido político. Porque la deuda es enorme, porque el futuro es aterrador y porque por desgracia nadie quiere un pastel que también los políticos entre otros, han destrozado.

Y los sentimientos hacen que la afición se una, que llore, que pelee. Los sentimientos hacen que el murciélago se convierta en el corazón. Que el viejo Mestalla sea un templo para muchos. Que una camiseta con un escudo cosido a mano por nuestras madres sea una reliquia sin precio. Los sentimientos, esos que usted no ve, nos acercan a personas que no están. Que sufrieron por su equipo, que educaron desde el respeto a una entidad, a una forma de ver la vida.

A mí, mis padres Pepe y Amparin, a los que cada día echo más de menos, y mis hermanos ( José, Toni, Javi, Amparo, Freddy y Elvira) me enseñaron en nuestra humilde casa del barrio de Benimaclet,  desde muy pequeño, que con los sentimientos se superan los problemas y se consiguen las cosas. Y los superé. Y me enseñaron a respetar al Valencia, al Levante, vamos el deporte.

Usted quizá ese día no acudió a casa, porque estoy seguro que sus padres también se lo intentaron enseñar, pero le aseguro que nunca es tarde para cambiar. Y se lo digo con todo el sentimiento del mundo, eso si, el mío. 

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