Dragones y Mazmorras

Sólo han tenido que pasar tres meses y una ‘rajada’ para que haya empezado a sonar la música del particular juego de sillas en Paterna. Todos se han posicionado, cogido sitio y mantenido firmes en su lugar hasta que sonó la última nota. Por desgracia, en esta canción el damnificado ha sido el canterano, la figura del jugador de la casa, en toda su extensión.

La somanta de palos que Rami propinó a entrenador, compañeros e institución, por mucho que sus abogados insistan en que no hubo injuria ninguna y sus colegas -Jonas y Banega- sostengan que se trató de un ‘calentón’, refleja bien a las claras la ‘barra libre’ que ha habido durante años en forma de sobreprotección paternal a unos chavales que, por culpa de la burbuja en la que han vivido aislados tanto tiempo, se han creído por encima del bien y del mal.

Señalar a Rami, marcarlo como a las reses del lejano Oeste y permitir su exilio voluntario -¿y temporal?- a tierras italianas no fue más que el inicio de la partida. El juego de rol contaba con unos protagonistas, Braulio y Rufete; unas piezas a manejar -fichar o apostar por gente joven de Paterna- y un ‘master’ del juego en la figura de Amadeo Salvo, encargado de poner paz entre dos posturas enfrentadas que esconden las dos filosofías, necesarias en cualquier entidad futbolística del siglo XXI, cuyo delicado equilibrio suele augurar buenos resultados.

Llegado el momento cumbre, con los dos contendientes en la mazmorra final en pleno apogeo de su batalla idelógico-futbolística tras concretar -más o menos, porque falta la firma- la patada en el culo a un Rami encantado de conocerse. Y el ‘master’ se sacó de la manga su particular dado de veinte caras: Miroslav Djukic. El serbio actuó como factor desequilibrante en la partida dado que no le convencían los canteranos, no encontraba un central diestro del perfil que le gustase y prefería buscar fuera los frutos que el huerto de Paterna era incapaz de proporcionarle.

Cuando el dado dictó sentencia, Rufete hubo de claudicar. Al menos, momentáneamente. El ‘master’ está contento porque ha sido una buena partida, toda vez que días atrás había conferido un +5 de Ataque  al bando victorioso al ratificar públicamente a su entrenador. Braulio y Djukic ya trabajan en la búsqueda de la nueva pieza del tablero. Y desde la barrera, como aquel que visualiza una fábula contada por un antepasado, los canteranos miran hacia arriba y maldicen su suerte.

La Academia Gloval está para sacar jugadores y proyectar una filosofía futbolística que se consolide desde lo alto de la pirámide hasta el equipo querubín. Pero todas las buenas intenciones se quedan en papel mojado cuando la realidad aprieta y, a la vez, ahoga de lo lindo. Delgado, Quintanilla, Ayala, Tendillo… Centrales jóvenes, con potencial, con cualidades que los técnicos valoran, pero ignorados por el primer equipo.

No están preparados. No son fiables. La presión podría ser demasiada. O esa es la versión con la que el club trata de justificarse. Mientras, la búsqueda de Djukic y Braulio fuera de Paterna se centra en un futbolista joven, con proyección y margen de mejora que pueda actuar como cuarto central. ¿No es irónico? Buscan su particular dragón mitológico cuando puede que, sin saberlo, tengan alguno escondido y olvidado dentro de su mazmorra.

 

Paco Polit (@pacopolit)

VLC NEWS – Deportes

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