Manchester vuelve a estar en el horizonte. Mientras los mortales celebrarán la Nochevieja dándolo todo –y posiblemente arrepintiéndose la mañana siguiente, resaca mediante-, nuestra protagonista dará la bienvenida al año nuevo con un nuevo objetivo entre ceja y ceja. Una nueva meta que cruzar, la enésima en su corta pero fulgurante trayectoria. Mar Manrique (Almazora, 4 de noviembre de 1994) vuelve a poner toda la carne en el asador en su particular ‘stage’ de preparación en Pamplona. Ha sido invitada a la Revolution Series de la capital británica el 4 de enero y no hay tiempo que perder.
Lágrimas de niñez
El tiempo, su lucha contra él vuelta a vuelta, guía los pasos de Mar desde bien pequeña. “Mi padre competía en mountain bike y luego carretera. Recuerdo cuando me quitaron las ruedas a los lados, a los cinco años. Empecé a competir con esa edad y me juntaban con niños mayores que yo, ¡y siempre me ponía a llorar antes de correr!”, rememora con una carcajada. Eso sí, las lágrimas desaparecían en cuanto la niña se ponía a pedalear. Cosas de la genética.
No recuerda su primera victoria en una carrera –“aunque con ocho años tengo ‘flashes’ de un campeonato autonómico el día antes de tomar la Comunión”– pero sí que su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por las dos ruedas. “Mis amigos no entendían cómo me podía gustar eso”, recuerda, “y todas las tardes me iba a entrenar mientras ellos se iban a la calle o al parque”. Entrenamientos que, antes de desarrollarse en lugares acondicionados a ello, pasaron incluso por polígonos industriales con conos en el asfalto marcando los repechajes. Desde hace unos años, por suerte, Almazora cuenta con un pequeño circuito para poder entrenar como Dios manda.
Dejar el nido
Mar iba a lo suyo y era feliz compitiendo cada fin de semana, vuelta a vuelta, torneo a torneo. Casi sin darse cuenta la adolescencia llegó sin hacer ruido y, con dieciséis años, llegó el momento de tomar la gran decisión. “Me llamaron del Centro de Alto Rendimiento de Palma de Mallorca y era una decisión que hubo que pensar mucho. Aunque, sinceramente, no lo pensé demasiado porque para mí la bici lo era todo”. Hizo las maletas y marchó rumbo a las islas sin saber qué se iba a encontrar.
Y allí encontró a su segunda familia. “Enseguida hice amigas, la forma de ser ayuda bastante”, confiesa. Entre estudios y vueltas sobre la pista, los días volaban como los segundos de una contrarreloj. Entrenamientos cada mañana de lunes a domingo, clases por las tardes de lunes a viernes… La carrera de Administración requiere máxima concentración en momentos en los que el cansancio se acumula. Por fortuna, ella y su “familia” aprovechan los fines de semana para desconectar y aprovechar todo lo que la isla de Palma tiene que ofrecer.
Vueltas con premio
Recorrer su palmarés supone una tarea titánica después de proclamarse, el pasado año, la ‘reina’ del ciclismo juvenil español en pista cubierta con cuatro oros y dos platas amasadas: campeona de la Liga de Valencia, 1ª y record personal en 500m en la Copa de Portugal, campeona de la Comunidad Valenciana en 200m, en 500m, en scrach, en puntuación… Y todo esto sólo en 2013. El pasado mes de noviembre, Manchester sirvió como escenario para probarse frente a grandes estrellas consagradas en el Campeonato del Mundo. Y Mar acabó «satisfecha» con el papel realizado. Gonzalo, su pareja, sabe perfectamente del enorme margen de mejora de la castellonense.
Su progresión no pasó desapercibida para el Proyecto FER de la Fundación Trinidad Alfonso, que la incluyó en su categoría ‘En Potencia’ este año. «Te apoyan mucho antes y después de la competición. Es muy importante para nosotros como corredores porque hay muy pocas ayudas», insiste. El ciclismo, como deporte «caro y sacrificado», depende en muchas ocasiones de los apoyos que el corredor pueda recabar: «Como corredora sub-23, hay que competir con rivales con dos o tres años más de experiencia. Por ello estoy muy contenta con la ayuda del Proyecto FER para poder centrarme en mejorar».
El ciclismo y su impacto mediático
Mar siente «envidia sana» cuando ve la importancia que se da al ciclismo en pista en otros países a nivel de patrocinadores, retransmisiones televisivas –«¡los corredores incluso cobran por correr!»-, emplear a ciclistas en anuncios publicitarios… Viajar a lo largo de Europa en busca de esos puntos que la UCI otorga por competir en las pruebas de más prestigio le ha servido para tomar perspectiva de lo que ocurre en nuestro país: «Aquí está muy difícil».
Pero, para poder cambiarlo, la valenciana sabe que lo importante es llegar a la línea de meta tras una infinidad de vueltas recorridas a lomos de su bicicleta. «A corto plazo quiero hacerlo bien en Manchester, cuenta mucho el resultado y la impresión que deje en las pruebas a las que somos invitados», indica respecto a 2014. ¿Están los Juegos Olímpicos en el horizonte para Mar? «Voy a hacer todo lo posible para ir a Río», asevera sin duda. Recoger puntos UCI por el camino y «que la gente te vea» serán sus principales motivaciones, porque «ir a unas Olimpiadas es lo más grande». El cosquilleo de la ilusión es la mejor manera de rematar la charla: «En el momento en que me diesen la ropa de competir me volvería loca».