El ‘Hoosiers’ del Txingurri

Cuánto daño ha hecho el Blockbuster. O el Broadway. Incluso la mítica videocadena Rados, si se me apura. Nos brindaban la posibilidad, antes de que llegase la era de la alta definición y las descargas digitales, de disfrutar -a cambio de unas monedas- del cine casero sin apenas complicaciones. De conocer, en nuestro salón, historias míticas, argumentos épicos, modelos a seguir en la vida.

Seguro que Ernesto Valverde ha visto, en algún momento de su vida, cómo Gene Hackman enardecía y motivaba, exigía y recompensaba a sus muchachos del instituto Hickory en la legendaria ‘Hoosiers’ (1986). Un filme que los amantes del baloncesto tienen como clásico atemporal en sus respectivas videotecas.

El séptimo arte lleva presentando como gran solución a los problemas de bloqueo mental en los equipos de élite las charlas motivadoras en situaciones extremas. Algunos ejemplos clásicos que muchos conocerán: ‘Coach Carter’ y su reflexión sobre el «miedo» al fracaso, o ‘Un Domingo Cualquiera’ (1999) y la perseverancia sobre triunfar «pulgada a pulgada». Preciosas escenas, motivacionales e inspiradoras para cualquier ser humano.

Pero… no dejan de ser cine. Películas. Ficción. Una idealización de la realidad.

Cuando, minutos antes del decisivo partido del pasado sábado, Ernesto Valverde congregó a los suyos para confesarles que se marchaba, sus jugadores no vieron en él a Norman Dale, Ken Carter o a Tony D’Amato. No miraron a una figura autoritaria e inspiradora, un líder de la manada. Vieron en él a un hombre que abandonaba el barco antes de hora, un barco cuyas vías de agua había ayudado a taponar. Es loable que el técnico justificase su discurso posteriormente alegando que pretendía motivar a los futbolistas. Por desgracia, Valverde se equivocó en el peor momento.

En la vida real, el miedo existe. En la vida real, la duda existe. En la vida real, al contrario que en las películas, las cosas no siempre salen bien.

Sobre el césped, cualquier jugador tiene momentos de duda o vacilación. Y esa pulgada de confianza es la que hace ganar una disputa decisiva o llevarte el balón dividido clave del partido. Sin la red de Valverde debajo, los jugadores no hicieron gala de la fe demostrada en los últimos dos meses cuando tocaba remar contracorriente en el segundo tiempo, ya en inferioridad. Desaparecido el manto protector del hombre que iba a dejar de ser su entrenador al final del partido, algunos simplemente se dejaron llevar por las adversas circunstancias que los rodeaban. «Total, el año que viene el míster no estará. Quién sabe, quizá yo tampoco esté». Fugaces pensamientos a 180 pulsaciones por minuto.

No puedo poner en duda la buena intención del ‘Txingurri’. Me resulta imposible hacerlo. Lo hizo seguramente con la mejor intención del mundo, pero se equivocó gravemente e, insisto, en el peor momento posible. Cometió la imperdonable estupidez que él mismo le había achacado a Montanier días atrás. Y se marcha de Valencia por la puerta de atrás, cuando el exquisito trabajo realizado debería ser analizado globalmente y concluir que era el entrenador ideal para el proyecto 2013-2014. Pero Valverde confundió la realidad con la ficción. Cuánto daño ha hecho el Blockbuster.

Ir arriba