El portero feliz

La pasada semana se conoció el fallecimiento de Cota, portero del Valencia en los años setenta. La noticia quedó relegada por imperativos de una actualidad desbordante a un espacio residual. El tratamiento se redujo a un breve resumen de su trayectoria; no fue la suya, desde luego, una carrera brillante ni exitosa, todo sea dicho.

Casi al mismo tiempo que se producía el óbito de Salvador Llopis Soler, que era el nombre real de Cota, se escribía un nuevo capítulo en la interminable lucha por la titularidad en la portería valencianista. La pugna entre Alves y Guaita se libra en cada encuentro.

Sin embargo, la historia de Cota, sepultada por el paso del tiempo y el olvido de las circunstancias concretas, merece una evocación que lleva implícito un mensaje. Cuando Alfredo Di Stéfano desembarcó en Valencia en el verano del 70, decidió apostar por un guardameta joven que procedía del Mestalla. Aquella elección llevaba aparejada la salida de un veterano de tronío como era Pesudo de las convocatorias.

El nuevo entrenador apostaba por la juventud debido a la simpatía arrolladora de Cota. El técnico deseaba contar con un elemento que aportara concordia, generara buen ambiente y tuviera un espíritu positivo. Cota ya era feliz por el simple hecho de estar en el banquillo del Valencia. La titularidad era propiedad exclusiva de Abelardo que bordó la temporada y fue uno de los principales artífices de la conquista del título liguero.

Cuando acabó la liga, empezó la copa y los valencianistas se estrenaron contra el Mallorca, club que militaba en segunda. En el choque de vuelta, jugado en Mestalla, se procedió a la entrega del trofeo de campeón, recogido por el capitán Paquito. Esa noche, Cota, como premio a su excelente actitud, recibió el premio de la titularidad y se alineó por vez primera con el Valencia que se impuso por 5-3 en un partido alocado.

Nadie creía, después de aquel marcador, que Cota tuviera mucho recorrido, pero en los compases finales de la siguiente campaña, se le dio la verdadera alternativa. Los de Mestalla habían perdido fuelle en la lucha por revalidar el título, pero protagonizaron una vibrante reacción final al encadenar cinco triunfos consecutivos, y en ese repóquer de victorias estuvo Cota defendiendo la portería. Di Stéfano, tan propenso a las supersticiones, pensaba que Cota, además de un tipo excelente, era talismán.

El Valencia llegó a la última jornada con algunas opciones de cantar el alirón, algo que, finalmente, no se produjo, sobre todo porque un arbitraje escandaloso había desequilibrado la balanza en el duelo clave ante el Madrid. Pocos jugadores pueden presumir de haber ganado todos los partidos jugados, pero por encima de la estadística queda el legado de respeto a la entidad y de profesionalidad que dejó un jugador casi desconocido para muchos y al que en estos tiempos, conviene reivindicar.

 

Paco Lloret (@pacolloret_)

Deportes7

 

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