El sueño que soñé

Hubo un tiempo en el que una versión más ingenua y crédula de mi mismo concebía esta profesión como algo divertido, apasionante, excitante, adictivo. Un tiempo en el que la camaradería y el buen rollo eran moneda común, en el que la sangre no corría porque las puñaladas no tenían razón de ser. No era el paraíso, desde luego, pero dadas las circunstancias ese mundo era todo lo idílico que uno pudiese desear.

Entonces desperté. Y todo se desvaneció.

No hay mejor sensación que la del estreno. Hojear un libro por vez primera, mancillar con tu pluma un cuaderno de apuntes, caminar con zapatos nuevos, pisar el acelerador del último modelo de auto en el concesionario. Arrancar un proyecto provoca siempre ese cosquilleo de bienestar y posibilidades infinitas. El cielo es el límite.

Supone, en cierto modo, dar vida a algo y quererlo como si fuese tu propio vástago. Ayudarle en sus primeros y titubeantes pasos, alimentarlo para que crezca sano y fuerte y dotarlo de su personalidad, de su carácter, de su sello de identidad. Recuerdo a mis padres haciéndolo conmigo, y pretendo transmitir cada lección a mis hijos. Mientras llega ese día, aprender jornada a jornada contribuyendo al crecimiento de un proyecto tan arriesgado como VLC NEWS ha sido toda una aventura en el año 2013 que hoy cerramos.

Soy en estos momentos la persona menos objetiva sobre la faz de la Tierra, pero al menos lo soy en el lugar adecuado: en una columna de opinión, claramente diferenciada del resto de asuntos noticiosos y en los que hemos intentado desde el primer día informar. Simple y llanamente, informar. Y he tenido la fortuna de contar en todos estos meses de un equipo de trabajo que no cambiaría por nada del mundo. Por nada.

No hay día que no admire la capacidad de trabajo y la perspicacia de Adrián, ni la locura y bondad inherente a los artículos que escribe Luis. Ni al trabajo de precisión de Toni y Lorenzo, y a los apuntes juveniles y frescos de Arantxa. Ha sido un privilegio enorme contar con tipos geniales como Manolo, arrojados como Fran, analíticos como Paco, vehementes como Nacho, sentimentales como Charly, auténticos como David, pasionales como Paco, peleones como Kike o cabales como Jose Manuel. Quizá si escribiese sus apellidos -Montalt, Guaita, Lloret, Cotino, Rausell, etc.- os sonarían más, pero me quedo con la persona que hay detrás del periodista. Eso es lo verdaderamente importante.

Todos ellos y muchos más que han pasado por las páginas y tribunas del diario a lo largo de estos meses y han configurado un equipo, una familia, de la que estar muy orgulloso. Cada mañana hemos intentado transmitir esa sensación de novedad, de estrenar una nueva página de nuestra día a día. Y con el deporte como hilo conductor, nada menos. Un sector en el que cada vez es más difícil ofrecer algo distinto y diferente. Un sector en el que hace tiempo que muchos se despertaron para dejar a un lado la ética y contribuir a engrisecer y degradar un mundillo que debería ser mucho más luminoso.

El sueño que soñé concebía esta profesión como un entretenimiento sin fin en el que la pasión, el sentimiento -por el Valencia, por el Levante, por el Valencia Basket– y la diversión se conjugaban en una golosa mezcla. En el que juglares y oradores cumplían su función de entretener aunque, principalmente, lo hacían con su obligación de contar a la audiencia la verdad. O, al menos, lo más cercano a la verdad en un mundo en el que cada vez hay más obstáculos para llegar a ella sin colorantes ni conservantes.

El sueño que soñé incluía triunfos y derrotas, fracasos y éxitos sin parangón. Incluía el brillo de los trofeos y la oscuridad del ostracismo. Presentaba pinceladas de economía, política, sociedad, corazón y cuchicheos. Cientos de personajes como Salvo, Catalán, Juan Roig, Peter Lim, Soldado, Albelda, Ballesteros, Doellman, Perasovic, David Casinos, Ferrer, Nadal, Alonso, Gasol y muchos más atravesaban un jardín flotante de punta a punta. Pero, principalmente, mostraba un enorme cuadro en blanco que llenar cada día de noticias, información y opinión.

El sueño que soñé se ha hecho realidad, durante muchos momentos, en el año que hoy acaba. Nos hemos dejado la piel en el intento, os lo aseguro. ¿Que qué le pido a 2014? Nunca he sido fan de las grandes metas. Me conformo con triunfos más pequeños.

Me conformo con seguir soñando un poco más.

 

Paco Polit (@pacopolit)

VLC NEWS – Deportes

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