El Valencia de las dos teclas

Mathieu siempre me pareció un tipo inteligente. Tanto como para hacerse el tonto y así evitar a los periodistas más allá de los estrictamente obligatorio. Tanto como para salir en rueda de prensa y saber siempre lo que dice y porque lo dice. Ya pasó cuando, recién renovado, pidió jugar de central amenazando con marcharse, y creo que lo ha vuelto a hacer ahora.

«Antes no había unión al cien por cien. Existía implicación pero no había equipo. Los dos primeros meses fueron difíciles para todos. Hablamos e intentamos salir de esa situación unidos, como equipo. Cuando estamos unidos salimos perfectos y cuando no estamos al cien por cien perdemos los partidos seguro». Estas palabras, correspondientes a su comparecencia pública del viernes, reflejan la realidad que he venido defendiendo hace meses.

Nunca el equipo quiso cargarse al entrenador. Nunca a Djukic le hicieron la cama. Simplemente no le entendían, no le seguían, no conectaban, y eso provocaba que cada uno fuera a la suya y que en el campo parecieran el ejército de Pancho Villa. Y así fue durante mucho tiempo. Probablemente es por eso que hemos visto a Djukic cambiar de estilo, de esquema y de futbolistas prácticamente cada domingo desde que empezó la temporada. 

Esto no habla bien del técnico que ha tardado mucho, pero que mucho tiempo, en encontrar el once que más se adapta a su forma de jugar. Y no es casualidad que los últimos partidos haya repetido casi el mismo equipo (Swansea y Osasuna) pese a tratarse de competiciones diferentes. Al carajo las rotaciones. El Valencia está ahora necesitado de ganar, no de rotar.

No me extrañaría que siguiera por esa línea en Copa en Tarragona, y dejara los actuales suplentes para el Valencia-Kuban de E.League.  Unos suplentes que hoy por hoy son, por cierto, más peligrosos que un mono con pistolas. Conseguir gestionar que los Postiga, Costa, Pavon o Banega pierdan su rol y se mantengan implicados es otra de las tareas de Djukic en estos próximos partidos. Si es que definitivamente ha decidido apostar por Canales, Jonas, Parejo como nuevo ejército de infantería, claro.

Porque el Valencia de Djukic es tan volátil que, pese a los dos últimos resultados (y si queremos el partido de Elche, que también fue bueno pese a la derrota), ya nadie se atreve a asegurar que esta es la tecla que andábamos buscando. Y del mismo modo que ahora está todo tranquilo, Atlético y Real Madrid en liga van a marcar  la frontera entre creer o volver a involucionar. Entre crecer o volver a eclosionar. Y hablo más del juego que del resultado. Porque perder ante estos dos sería, desgraciadamente, poco sorprendente.

De momento todos vemos una mejoría. Leve pero real. Da la sensación que con los jugadores que ahora están sobre el césped el equipo es más equilibrado y más dinámico. Jonas-Canales son muy diferentes a Pabon-Postiga. Y Parejo le ha ganado la mano a Banega a la misma velocidad con la que Barragán y Bernat llegan a línea de fondo. Hasta Feghouli parece más cómodo e implicado con sus nuevos compañeros del frente de ataque. Sigue faltando gol, pero la salida de Soldado con sus 30 chicharros y que no haya nadie para solucionarlo es cosa de Salvo y Braulio. No de Djukic.

Pero esta es solo la tecla ofensiva. Y los problemas del Valencia este año no solo se reducen a no atacar bien. La gran sangría -que hace que no nos fiemos ni un pelo de la actual racha de triunfos- es la fragilidad defensiva de este equipo. Y sobre eso no ha habido mucha mejora. No nos engañemos. El Swansea hizo sufrir mucho atrás al Valencia con muy poco, y Osasuna le creo peligro mientras estuvo con 11.

Y esa tecla no la puede afinar Djukic cambiando las piezas. Hay lo que hay. Solo con un sistema defensivo sólido se puede soñar con pelear el partido a Madrid y Atleti. Y eso es justo lo que no tenemos.

Así que no nos queda más remedio que esperar (¿más?) dos cosas. Primero, que realmente Djukic haya encontrado -dentro de la plantilla que tiene- la tecla de ataque que necesitaba. Y segundo, que Rufete le ayude a encontrar -con cámaras en los entrenamientos o con fichajes en Enero- la tecla defensiva que hace falta. Entonces empezaremos a creer en este Valencia, en este proyecto, en este entrenador y en este Manager General. Porque si no, seguiremos ganando dos y perdiendo dos. En una eterna lotería. O se acabará cambiando al pianista y volveremos a empezar. Quizá sea lo mejor. O quizá no. Los caminos de esta orquesta son inescrutables. 

 

Kike Mateu (@kike_mateu)

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