Ellos sí creen en el proyecto

No. El titular del ‘Bar Torino’ de hoy no tiene nada que ver con los miles de fieles –no se me ocurre ninguna acepción más adecuada- que esta semana han formado largas colas en Mestalla para conseguir su pase de temporada del Valencia. En estos tiempos que corren, invertir 500 euros en la ‘Liga que ya no mueve a casi nadie’ supone un verdadero acto de fe.

Hacerlo pese a que el club no ha podido firmar un gancho mediático y soportando además la ‘calina’ de agosto durante horas no merece una columna de opinión, merece un monumento. El mejor fichaje que podrá realizar ahora y siempre cualquier presidente que acceda a la poltrona de la Avenida de Suecia es mantener satisfecha a una afición que nunca falla. 

Al tema. Seguro que todos ustedes recuerdan la rajada de Roberto Soldado minutos antes de despegar de Manises con destino a White Hart Lane. Toda aquella milonga de “no creo en el proyecto”, “el presidente me ha engañado” y otros cuentos… El discurso del ¿capitán? del Valencia no gustó ni un ápice en las entrañas de Mestalla. Y no me refiero precisamente al consejo de administración, que también. Hablo del vestuario. Un porcentaje amplísimo de jugadores de la primera plantilla no entendió las formas de Soldado.

No me atrevo a establecer una relación causa-efecto absoluta en la reacción del equipo durante la gira USA y en el partido del Trofeo Naranja ante Olympiakos. Es evidente que el paso de las semanas y la acumulación de entrenamientos ha provocado que el juego del equipo mejore ostensiblemente. Pero tengo clarísimo –así lo piensan también futbolistas y ejecutivos del Valencia- que el ‘raje’ de Soldado ha servido para unir al grupo.

En las últimas semanas, jugadores tan poco agresivos desde el punto de vista de las declaraciones públicas en medios de comunicación como Sergio Canales o Juan Bernat han sido rotundos al afirmar que el vestuario “sí cree en el proyecto”. No quiero pensar qué tendrán en la cabeza pesos pesados de la caseta como Ricardo Costa o Joao Pereira. Como profesionales del show business que son, todos hubieran comprendido el argumento de la mejora económica o el deseo de disputar una gran competición como la Premier. Pero poner en tela de juicio el proyecto o la capacidad competitiva de la entidad con Salvo como presidente fue entendida por los futbolistas como una innecesaria micción fuera del tiesto. 

No me sorprendería que, como gato viejo que es, Djukic ya hubiera utilizado alguna de las lindezas del último fichaje del Tottenham para espolear a su vestuario. Ya saben lo que les dijo al poco de aterrizar en Paterna: “Con Españeta de entrenador tenéis calidad para acabar quintos. Si trabajáis y me hacéis caso, podemos ser terceros como mínimo”. El asunto no va mal del todo desde el día de autos: 4-0 al Inter, 1-0 al Everton y 2-1 a Olympiakos. No me sorprendería que el Málaga se convirtiera el sábado en la cuarta víctima consecutiva de un vestuario unido por la fuerza que, a veces, provoca el desprecio. 

 

Fran Guaita (@FranGuaita)

Cadena Ser

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