Esperpento blanquinegro

Dos largas semanas esperando volver a ver jugar a mi equipo. 15 días deseando ofrecer a mis ojos las imágenes de siluetas blanquinegras desfilando sobre una alfombra verde en búsqueda de una victoria balsámica, reconstructora. Pero no, el Valencia Club de Fútbol me la dio con la mano abierta, a mí y a todos los que sufren y lloran cuando su equipo deambula sufre el césped sin saber qué hacer, a quién pasar el balón. Esperpento blanquinegro fue lo que vieron mis ojos, ávidos de futbol valencianista, en el Benito Villamarín.

Jugaron los ‘buenos’, los que todos esperábamos ver de titulares. Se suponía que lo de Cornellà fue un espejismo y que a partir de entonces el Valencia alzaría el vuelo y sumaría de a tres, venciendo y convenciendo. No, no y no. Ni defensa, ni centro del campo y, en consecuencia, ni ataque. El único que se lo tomó en serio fue Diego Alves. Pero él, lamentablemente, no puede hacer el trabajo de todos.

Por partes, como diría Jack ‘el Destripador’. ¿A qué fueron Oriol, Banega y Parejo? ¿Por qué nadie le comentó que tenían que bajar del bus para jugar? ¿A caso no se dieron cuenta de que el Villamarín no es el lugar para tomar unas tapas?

Lo mismo pasa con Mathieu o con Jonas. Los demás, también desacertados, aun ofrecieron algo. Poco o nada. Pero no restaron. Esto es el Valencia CF. Nos creemos muy grandes, enormes, no cabemos en sí de tan extraordinarios que nos sabemos. Por eso ‘jugamos’ así.

La RAE es sabía y en su diccionario recoge palabras como ‘intensidad’, ‘entrega’, ‘ganas’, etc. De eso, en nuestro equipo, es muy difícil encontrar algún resquicio. Créete grande y jugarás como los pequeños. Esa es la tónica del Valencia. ¿Y si la cambiamos por ser modestos y pensarnos pequeños pero jugar como los grandes? ¿Villareal, Atlético o Real Sociedad?

Ya está bien de tomarnos el pelo. Ahora la culpa será de Djukic a quien, a mi modesto entender, le están haciendo una cama de matrimonio de esas que marcan época. Yo soy él y no hago cambios en el partido contra el Betis. Los 11 que jugaron, los 11 que se llevan los ‘guantazos’, que es poco. Eso sí, no entiendo el doble discurso Cornellà-Villamarín. No puedes jurar en hebreo contra la plantilla y después decir, ante el fantástico bochorno de ayer, que los jugadores tuvieron actitud. Lo que tienen es una cara que se la pisan sin querer. Ya pueden ganar 7 u 8 partidos seguidos que yo seguiré en mis trece.

Menos ‘Gloval Respect’, menos avales, menos Císcar, menos ‘Nou Mestalla’. ¿Quién querrá acabar tu estadio si juegas de pena? ¿Quién querrá avalarte cuando pierdes 102 balones y haces tan solo 3 faltas en un partido? Señor Valencia Club de Fútbol, como equipo de fútbol que es usted, póngase serio y cambie la dinámica. 94 años de historia están en juego. Amunt!

 

Alberto Gómez (@AGFVCF9)

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