(2-3) FC Barcelona-Valencia CF (contracrónica): … Y Aragonés sonrió desde el cielo

Me parece ideal dedicarle esta contracrónica al gran Luis Aragonés, cuyo fallecimiento nos estremeció a todos en la previa del partido en el Camp Nou. Un hombre recordado con cariño en todos los rincones, incluyendo un Valencia que disfrutó del ‘Sabio’ en aquel subcampeonato de Liga del 96. Un entrenador que, desde el lugar privilegiado que ocupa en los banquillos del cielo, hubiera firmado una remontada con el carácter que mostró un club que puso el broche perfecto a dos días de pura locura futbolística.

La figura de Luis Aragonés estuvo presente durante toda la mañana en el hotel de concentración del equipo. Allí el presidente Amadeo Salvo ofreció sus impresiones ante la trágica noticia, pero además el hall del hogar valencianista en la Ciudad Condal registró una actividad al más puro estilo Rufete en el cierre del mercado de fichajes.

Aficionados valencianistas de Kuwait, peñistas de Barcelona, conocidos de los técnicos y una historia preciosa, un detalle maravilloso del Valencia con un joven futbolista de un club local que disfrutó la cercanía y el cariño de Fede Cartabia y Eduardo Vargas.

Pero claro, también hubo tiempo para las conversaciones entre presidente y cuerpo técnico para pasar revista a la configuración final de la plantilla ‘ché’. Quién sabe si Pizzi preguntó por lo ocurrido con Otamendi antes de poner los cinco sentidos en el partido de unas horas después.

Un duelo que no se perdió en directo uno de los últimos en llegar como Keita, incorporándose a la concentración a primera hora del sábado, ni el hombre de moda en la ciudad que ahora mismo es Rufete. Dos testigos de excepción para un triunfo del Valencia en territorio culé once años después, convirtiéndose en el primer conjunto que asalta el Camp Nou en la competición doméstica más de un año y medio después del último batacazo azulgrana frente a su gente.

Tras el pitido final, la emoción se trasladó del césped a una zona mixta por la que asomaron algunos directivos que no escondieron su alegría. Los jugadores, como era lógico, rezumaban felicidad como pocas veces se ha visto esta temporada en la trastienda de los estadios de España, la misma que invadió a una hinchada que hoy se abrazó con fuerza al proyecto de Pizzi, Rufete y Salvo.

El mismo abrazo que recibió Aragonés de todo el mundo del fútbol. Él hubiera firmado dirigir al equipo en un partido como el de hoy, uno donde no hacía falta brillar, solo «ganar, ganar y ganar, y después volver a ganar».

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