Félix, cuñas de radio y toda una ciudad por descubrir

Desde luego, la expedición que esta temporada realiza el habitual ‘stage’ en tierras alemanas, como se dice en los anuncios, «huele a nuevo». Nuevas caras entre el cuerpo técnico y la prensa que sigue al equipo. Nuevas y renovadas ilusiones de cara a la temporada que está a punto de comenzar. Y, de manera sorprendente, escasa -por no decir nula- presencia de personal que no esté directamente relacionado con el equipo.

Curiosamente, el lugar en el que menos cambios ha habido es en la composición de la plantilla. Sólo Javi Fuego y Míchel rompen esa dinámica. Ambos, no obstante, traen en su particular mochila experiencias distintas: Fuego es un veterano, un tipo curtido y que no tiene problema en caminar en solitario rumbo al charter o a la hora de subir al autobús. Míchel es más joven, de la casa, y siempre se rodea de compañeros que, como él, han mamado valencianismo desde pequeños en Paterna.

En una jornada ilusionante para el que esto escribe por la oportunidad de vivir y contar esta experiencia, dos tipos vivían su particular incertidumbre en silencio. De dos formas muy diferentes. Es raro ver a un tipo abierto como Nelson Valdéz tan serio, tan cerrado en sí mismo, quizá consciente de que apura sus últimos días en una ciudad que le ha acogido con los brazos abiertos. Una vez esté reestablecido, su futuro parece lejos de Mestalla. Su cara contrastaba con la aparente felicidad de Diego Alves, más sonriente de lo habitual, quizá para ocultar sus verdaderos sentimientos con respecto a la reunión con su agente y los directivos del Valencia por la mañana. La procesión, como siempre, va por dentro.

El vuelo tuvo sus detallitos: el traquetreo que le puso a algunos la cara gris durante unos minutos, los jóvenes haciendo piña entre ellos -impagable el rostro ilusionado del juvenil Héctor Pizana-, Djukic leyendo la prensa y sorprendido del terrible suceso acaecido en Brasil y que acabó con un joven cantante tiroteado, la azafata deseando «suerte para mañana» al equipo al aterrizar -¿hay partido mañana?- y provocando el desparrame general, u observar cómo Voro bromeaba con la posibilidad de que el autobús del equipo les acercase desde la terminal al hotel con rapidez… para toparse con el vehículo oficial a apenas cinco metros de la escalerilla de bajada. ¿Quién dijo aquello del ‘cazador cazado’?

Lo cierto es que Speyer promete. La oferta culinaria parece reducida a los ‘salvavidas’ habituales -hola, calarías, os echábamos de menos-, y los mosquitos de aquí son mucho más pegajosos que los valencianos, pero la ciudad tiene su encanto. Tranquila, desde luego, es un rato. De hecho, los huéspedes del hotel valencianista no podían ocultar su sorpresa al ver a jugadores de renombre internacional pasear por los pasillos.

El más contento del lugar es el pequeño Félix, un niño chileno de 13 años muy futbolero que habla alemán mejor que la Merkel y que babeaba mientras los jugadores le firmaban autógrafos en su libreta. Armado con una muleta -sufrió un accidente de tráfico hace un par de meses que le causó una fractura del fémur de la que todavía se está recuperando-, superó a cualquier niño peliculero en cantidad y ritmo de preguntas por minuto que os podáis imaginar. Un ‘terremoto’. Le gusta Messi, tiene tendencias culés, pero el personal del club -comenzando por el fotógrafo Lázaro de la Peña– trabajó con pico y pala un buen rato para meterle valencianismo en vena.

Sólo un pequeño nubarrón oscureció la jornada. De camino al hotel del equipo, mientras nos peleábamos con la radio del coche del alquiler, el compañero Juan Carlos Villena (Las Provincias) se topó con una emisora en la que en ese momento sonaba, al parecer, una cuña del partido contra el Karlsruher. Y en dicha cuña se incluía una narración de esas que ‘suenan antiguo’. ¿Haciendo sangre a costa del 7-0? El mosqueo tras escucharla duró un par de horas. Se van a enterar el domingo…

 

Paco Polit (@pacopolit)

VLC NEWS / Speyer (Alemania)

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