Hecho a si mismo: las reglas de oro de Peter Lim

El «Rey de los Remisiers» -vocabla singapurense empleado para definir a los ‘brokers’ de Bolsa- tiene una historia vital fascinante y cuyas lecciones personales y empresariales han sido estudiadas en multitud de escuelas de negocios. Estas son las siete reglas de oro, basadas en siete anécdotas de su vida, para explicar su éxito:

No hay excusas

Peter Lim se crió en uno de los más antiguos estados de vivienda pública de Singapur, compartiendo un apartamento propiedad del Gobierno, con sólo dos dormitorios, con once personas más. Pese a ello, su origen humilde nunca fue para Lim una excusa para dormirse en los laureles.

Rebelarse contra el sistema social

No escatimó trabajo en su juventud ni ambición para rebelarse contra un ‘stablishment’ que impedía, debido a sus escasos recursos, conseguir acceder a universidad de prestigio. Su perseverancia le aseguró una plaza la Universidad de Australia Occidental, donde obtuvo su licenciatura en Contabilidad y Finanzas.

El fin justifica el medio

Para poder financiar sus estudios, Peter Lim tuvo que buscar una serie de puestos de trabajo a tiempo parcial que le ayudaron a ‘ir tirando’. Durante un tiempo fue camarero, cocinero, e incluso conductor de taxi. Aunque hubo de sacrificar su tiempo libre, Lim consideró que el sobresfuerzo mereciía la pena.

Siempre se puede aprender algo nuevo

Su paso por numerosos trabajos a tiempo parcial dieron al hoy multimillonario la flexibilidad y capacidad de adaptación necesarias para triunfar en los negocios. Cuando Peter Lim entró a trabajar como cocinero en una cadena de comida rápida llamado «Red Rooster», absorbió como una esponja toda la filosofía empresarial que le rodeaba. Desde dentro, el joven observó y aprendió como la cadena crecía y ampliaba su modelo de negocio, algo que posteriormente utilizó en sus propias empresas.

No temer perseguir lo que verdaderamente te realice por dentro

Tras graduarse, Lim comenzó a trabajar en una empresa como contable. No le gustaba: sólo duró tres meses en el puesto. Posteriormente pasó a una asesoría fiscal y, entonces, comprendió que ese no era su sitio: no sólo no dejaba satisfecha su ambición profesional, sino que esa vida no tenía nada que ver con la que siempre había soñado desde los dieciocho años. Desprendiéndose de toda atadura, Lim dejó el puesto y se convirtió en un corredor de bolsa que, inmediatament,e se hizo un nombre por su habilidad. Le llamaba «El Rey de los Remisiers» -palabra local usada para definir a un ‘broker’ de las finanzas- en Singapur.

La paciencia es buena consejera

Lim se ha hecho un nombre por sus inversiones a largo plazo después de documentarse durante un largo periodo de tiempo. Su investigación es, para él, su particular Biblia: no deja que las fluctuaciones de mercado a corto plazo incidan en los datos recabados por él y su equipo de colaboradores. Lim convirtió 10 millones de dólares en acciones a principios de los noventa en una empresa -Wilmar Internation- con un capital social de 700 millones de dólares. invierte a largo plazo después de hacer una increíble cantidad de investigación, que luego se pega a sus datos y no dejar que las fluctuaciones diarias del mercado para influir en sus decisiones en el corto plazo.

Premia a tu equipo

Después de lograr cerrar sus primeras grandes operaciones en el mercado de valores, Peter Lim decidió premiar a su equipo de colaboradores con la compra de vehículos BMW y Lexus para aquellos trabajadores que mejor rendimiento le habían dado. Esa fue su particular forma de agradecerles su ayuda para el éxito de la empresa. En los negocios, como en la vida, no hay nada más satisfactorio que recompensar a aquellos que lo merecen como signo de lealtad.

 

* Artículo original extraído de Wall Street College

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