La diferencia cuesta los duros

En una semana donde Roberto no va a hacer bueno aquello de ‘El capitán es el último que abandona el barco’ -como otros tantos- y ha sido seducido, como es lógico, por el euromillón futbolístico, se ha gestado lo que será el indefectible desembarco estival del jugador con mayor caché del Valencia, el principal activo por el que acaudalar una buena morterada de euros. Si bien, la horma Salvista mantenida a rajatabla por el presidente escénico con el adinerado comprador, dista -y mucho- del abecé Llorentinista ondeado por el errante gerente subrepticio.

Una vez asumida -que no digerida- la marcha de tu sustancial avalista goleador, no es recomendable ni sano gastar energía en rasgarse las vestiduras y desnortarse, corriendo el riesgo de caer en el temido efecto túnel y que turbe un horizonte que debe plantearse más como un desafío que como un problema irreparable. Franqueado el umbral desasosegante, el recorrido debe tener una meta valiente, circunspecta y meridiana; hay que traer gol, hay que contratar talento, hay que comprar eminencia, ese vector que te faculte el factor diferencial. Sin cortapisas.

Aun amparada por la manida desventura económica, la dirección deportiva debe desechar la variante de fichar dos medianías como enmienda al adiós de Soldado. Esa decisión rehuiría al potencial abonado, condenaría el discurso aventurado del mandamás y, el concentrado del asunto, menoscabaría al equipo en la demarcación más dependiente de los últimos años. La delgada línea entre tener condimentos para pelear por títulos o convertirte en mero espectador de segunda fila de una ya prostituida competición doméstica.

La amortización de tu nueve, de tu referencia atacante -al margen de nuestro paladar futbolero, los guarismos pesan-, te conduce a resetear el contador del delantero, regresar al escenario de 2010, en un contexto no tan disímil, y, paralelo a las exequias por la marcha del valenciano merengue -aseguran los deslenguados-, se cierra una puerta y se abre una ventana. Emana una oportunidad para, además de resarcirse Braulio Vázquez por las feroces críticas hacia su aptitud para tal cargo, suplantar la figura de un internacional con otra pieza de calado, afín a los hitos marcados por la rimbombante arquitectura GloVAL. Amén de conseguir lo que expuse en ‘Fichajes son amores’, que no es otra cosa que captar la atención del aficionado, calmar su voracidad y tocar su fibra.

La diferencia cuesta los duros. Duros que suelen conmutar en objetivos logrados, lo que reporta mayor beneficio económico, compensando la inversión. La evolución natural. No pretendamos ser antinaturales.

 

Mario Selma (@VCF_Blog)

Ir arriba