La hora de Rufete

Rufete se presentó como visitante y escuchó lo que en su día se le negó como local. Vivir para ver. La paradoja tuvo lugar cuando el Valencia recibió al Hércules hace un par de temporadas. Aquella noche, el jugador de Benejúzar disfrutó del cariño unánime de la grada. “¡Es del Valencia ¡”, “¡Rufete es del Valencia!” cantaban los aficionados a ritmo de Guantanamera.  El partido estaba ya sentenciado y los alicantinos batidos, así que la hinchada celebró la entrada en el campo- era el tercer cambio- de Rufete, premiado con una cerrada ovación, sentida y sincera.

Así se cerraba un desencuentro entre público y futbolista que se agudizó por culpa de algunos lances puntuales. Nadie le podía negar honradez, entrega y sacrificio, pero la parroquia valencianista se pone de los nervios, en ocasiones, por detalles o actitudes de algunos jugadores abnegados y, en consecuencia, poco dados al lucimiento. Rufete era uno de esos chivos expiatorios, como años atrás lo fue Castellanos. Valencia, tierra de artistas. Antes se premia el fogonazo que la regularidad.

Aquello ya es historia. Rufete no vuelve a casa para desbordar por la banda diestra de Mestalla en un constante subir y bajar, ni a incordiar a los rivales como antaño. Se le encomienda una nueva misión, tan importante como necesaria. De su criterio va a depender la escuela de Paterna, en definitiva, el porvenir a medio plazo de una entidad, obligada como la mayoría de equipos españoles, a aprovechar al máximo el caudal de talento que surja del fútbol-base. No queda otra.

Hay mucho por hacer y existe un considerable margen de mejora. La responsabilidad es mayúscula. En la hoja de ruta presentada por el nuevo consejo de administración se contempla la cantera como la piedra angular. Rufete procede de La Masía, el referente hacia el que todo el mundo dirige sus miradas, el modelo a imitar. Llegados a este punto, que nadie olvide donde se pulieron futbolistas de la talla de Raúl Albiol, Silva, Jordi Alba o Isco. El Valencia fabricó este póquer de excelentes jugadores a los que vendió, forzado por la economía, antes de hora.

Con estos precedentes y el de otros nombres propios que apuntan alto, se llega a la conclusión de que el Valencia dispone de materia prima de contrastada calidad. Hay que saberla trabajar y apostar por ella sin complejos, midiendo bien los plazos. El primer equipo exige mucho y no todas las promesas se asientan con la naturalidad de Tendillo o Fernando, por citar un par de ejemplos de jugadores sobrados de cualidades para responder a las exigencias de la máxima competición.

Las referencias en torno a Rufete son inmejorables, quienes le hemos tratado sabemos que es una persona cabal, no se casa con nadie, va de frente. Le aguarda un reto enorme. El Valencia debe arroparle al máximo y conseguir que el proyecto no sea tan solo una bonita declaración de intenciones. 

 

Paco Lloret

Periodista

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