La retirada del ‘Fari’

Jorge Valdano fue su gran valedor. El entrenador argentino  llevaba apenas un mes en el banquillo y se decidió a darle la alternativa. Una tarde desapacible, poco antes de navidad, en aquel Riazor hostil con el Valencia, Farinós debutó en Primera División. Quedaba un cuarto de hora para el final y entró en lugar de Xabi Eskurza. El Deportivo venció por 1-0 gracias a un gol madrugador. El desparpajo del debutante quedó puesto de manifiesto en cada oportunidad  que disfrutaba. La primera imagen inolvidable que dejó Farinós tuvo lugar cuando le disputó al mismísimo “Burrito” Ortega, el día de su presentación en Mestalla, el lanzamiento de un penalti.

Descarado y atrevido, Farinós fue uno de los referentes de aquel equipo modelado por Claudio Ranieri que se comía a los rivales y no se dejaba intimidar por nada ni nadie. Generoso en el esfuerzo, luchador incansable, junto a Mendieta y Milla formó parte de la medular que protagonizó una Copa del Rey inolvidable en el año 1999. El Valencia alzó el título tras pasar por encima de los tres equipos que en la actualidad se disputan la gloria en la liga. Barça, Real y Atlético sucumbieron ante aquella máquina de triturar oponentes. El nombre de Farinós traspasó fronteras y el Inter que todo lo compraba se lo llevó para la capital lombarda. Su despedida de Valencia resultó amarga: la final de la Champions celebrada en París en la primavera del año 2000.

Farinós se fue de Mestalla para volver a jugar dos años después un partido surrealista: acabó defendiendo la portería del conjunto italiano tras la expulsión de Toldo, aquel muro infranqueable para el ofuscado equipo de Benítez. Una noche frustrante con Héctor Cúper dirigiendo a un rival que, inexplicablemente, se llevó la victoria. Pero Farinós no triunfó en el Calcio, disfrutó de una experiencia increíble, conoció a Javier Zanetti, el mejor profesional con quién compartió vestuario, y se benefició de un contrato estratosférico. A su regreso, recaló en el Villarreal al que llevó con un gol de penalti a lograr su primera victoria en Mestalla, el feudo más deseado por el club amarillo.

A partir de entonces, su vida se convirtió en una constante peregrinación; idas y venidas, cambio de club y un registro único en la historia: haber defendido los colores de cuatros clubes valencianos diferentes en la máxima categoría del fútbol español. Las lesiones le han cortado una trayectoria que merecía mayor continuidad. Una pena porque un tipo auténtico y genuino, entregado a su profesión, merecía mejor suerte.

 

Paco Lloret (@pacolloret_)

Deportes7

 

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