La Torre de Babel

Imagínense a la plantilla del Levante celebrando una comida navideña. El restaurante ha preparado dos mesas para veinticuatro comensales y a los futbolistas nadie les ha dado una instrucción concreta sobre el lugar que deben ocupar en cada una de ellas. ¿Cómo creen que quedaría la distribución?

Yo pienso, que se acomodarían según el idioma con el que se comunican entre ellos habitualmente. En la primera mesa estarían los de habla hispana y en la segunda se sentarían todos los jugadores africanos que utilizan como lengua principal el francés, compartiendo mantel con el resto de futbolistas de otras nacionalidades que hablan en inglés. Asociarte con los que tienes más cosas en común forma parte de la condición humana.

Ahora, dejen de imaginar. Están viendo la foto real que se produjo hace exactamente una semana en el almuerzo oficial que preparó el club para todos sus empleados y cuyo reflejo se proyectó unos días más tarde sobre el césped de Orriols.

El portugués Sergio da Silva reapareció frente al Elche sin meritar y el equipo se disolvió como un azucarillo hasta que Caparrós rectificó y puso al canterano Rubén. Anoche ante el Recreativo el portador del 18, que pesa mucho, estaba pagando su penitencia desde la grada. Lo mismo ocurrió con la salida del terremoto de San Fernando, David Barral, en detrimento del lesionado Diawara, que pasa más tiempo en manos de los fisios y de los recuperadores que entrenando.

Lo de Babá es de nota. Ha tenido que abandonar tres veces el terreno de juego en el transcurso de la temporada, si entendemos por temporada, a partir de la cuarta jornada que es cuando hizo un simulacro de debut, ya que a la media hora de partido se marchó al vestuario por indisposición estomacal.

Los problemas musculares no le dejan coger el ritmo necesario, ni la velocidad de crucero que precisa el equipo con su concurso y a los aficionados les importa muy poco de quien es la responsabilidad de su intermitencia física o de si el delantero senegalés desestima una segunda, una tercera o una quinta opinión médica para recuperarse de sus lesiones, porque quieren verle festejando goles y no llevándose las manos a la cara cada vez que realiza un esfuerzo. Pónganle remedio de inmediato para que llegue en perfecto estado de revista al derbi contra el Valencia.

Vuelvo a la foto de la Torre de Babel navideña en la que se ha convertido esta plantilla. No es un problema de nacionalidad, ni del idioma en el que se expresan los jugadores, porque durante las cuatro últimas temporadas han desfilado un sinfín de buenos profesionales españoles, comunitarios y extracomunitarios. 

El verdadero enigma, además de lo táctico, al que se enfrenta este equipo es cómo recupera sus señas de identidad después de que sus referentes fueran despedidos a golpe de talonario y que han puesto en evidencia la ausencia de un jefe de filas que tire del carro. De momento, el grupo de futbolistas nacionales, cada día más reducido, están asumiendo ese rol, pero que nadie espere algo extraordinario de Lell, Sergio, Gomis o Nong porque durante la segunda vuelta del campeonato se van a convertir en espectadores de lujo desde el palco del Ciutat, si antes no se han marchado en el mercado de invierno.

De aquellos polvos vienen estos lodos. El Levante se había distinguido por tener un vestuario uniforme, compacto e indestructible que sacaba la raza y la casta en los momentos de mayor dificultad. Ahora mismo, la manada se está dispersando por la falta de un líder y se autogestiona a través de clanes que no suman, más bien dividen.

 

Jose Manuel Alemán (@AlemanSER)

Radio Valencia Cadena SER

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