Lágrimas en los ojos por ti, Valencia

Discurso pausado. Sin sobresaltos. Ideas claras sin alardes ni metas inalcanzables. Premisa diáfana de encontrar el punto óptimo a una plantilla frágil en lo mental y chiquilla en lo emocional. Juan Antonio Pizzi y su cuerpo técnico –destacando la figura del preparador físico Richino, debilidad personal- han conseguido en unos días retomar la mejor versión de un Valencia grande, sin temor al rival, peleando cada balón como si fuera el último.

No es menos cierto que los jugadores se motivan con un nuevo inquilino en el banquillo y que el equipo de Mestalla acostumbraba –porque en los últimos tiempos parece algo absolutamente utópico- motivarse y dar la cara ante los grandes. Pero el martes ante el Atlético de Madrid, uno de los equipos más en forma de Europa y que sigue los pasos en Liga al mejor equipo del mundo, el Valencia CF demostró volver a ser enorme. Un templo que con orgullo, esfuerzo y entrega es prácticamente inexpugnable.

Los hombres del ‘Cholo’ sufrieron en un encuentro donde los porteros marcaron la diferencia pese al empuje local. Porque los valencianistas pasaron por encima a los rojiblancos durante todo el partido. Muy pocos equipos les han ganado; y el Valencia alcanzó con la punta de los dedos poder hacerlo. Es cierto que el Atlético no sufre si el rival le domina porque sabe explotar perfectamente el contragolpe y su defensa es muy difícil de batir. Pero el Valencia cortó todas esas posibilidades y arrinconó al equipo colchonero en su área, parcela en la que descansa el gran arquero belga Thibaut Courtois, hombre del partido junto a Vicente Guaita cuyo error gravísimo echó por tierra el buen hacer de sus compañeros.

Esfuerzo. Fue prácticamente la primera palabra que salió de la boca de Pizzi una vez nombrado nuevo técnico blanquinegro. Porque no queda lugar a la duda: Todo aquel que no sea capaz de soportar la presión y la exigencia que conlleva vestir la camiseta del Valencia dispone de cientos de equipos a los que partir. Yo, sinceramente, he visto por parte de los jugadores ese sacrificio -que reclamaba el preparador argentino- en los dos primeros partidos al frente de la nave valencianista. No se rindieron ni se vinieron abajo con el gol visitante el pasado martes. Y se vislumbraron grandes actuaciones.

Son varios los futbolistas que han cambiado radicalmente su rendimiento y motivación en el terreno de juego. Rajadas aparte –gesto muy feo de Ricardo Costa que, pudiendo estar en lo cierto como Rami, no era el momento ni el lugar adecuado para decirlo- tanto el central luso como ‘Robocop’ Mathieu demostraron gran solidez defensiva y una gran atención. Sobre todo el central francés que el martes secó literalmente a Diego Costa. Juan Bernat y Guardado se complementaron a las mil maravillas y fueron dos puñales por la izquierda. Lo mismo que Joao y Fede por la derecha -este último tiene que estar siempre en la hierba de Mestalla porque es algo diferente-. Parejo llevó la batuta del partido con esos pases que rompen líneas y Javi Fuego demostró una vez más ser un escudero impecable. Faltó dinamita en ataque pese que Postiga fuese el autor del gol. Asimismo, Pablo Piatti –defenestrado al principio de la temporada- declara estar recuperado para la causa y con ganas de hacer buenos los 9 millones de euros invertidos en su fichaje. Al final, los jugadores son los mismos que con Djukic en el banquillo.

La prensa que sigue la actualidad de los rojiblancos dice que al segundo partido de la llegada de Simeone ya se veía un equipo con alma a un vestuario que venía de la máxima incompetencia. Está claro que es pronto. El tiempo pone a cada uno en su lugar. No sé si Pellegrino y Djukic no tenían la capacidad suficiente para dirigir un vestuario peculiar y tomar decisiones de trascendencia en un club como el Valencia. Tampoco sé si Ernesto Valverde y Juan Antonio Pizzi son tan buenos como para reconducir en pocos días una situación con miras de descalabro. Lo que sí sé es que miles de valencianistas se fueron a dormir con lágrimas en los ojos viendo dejarse la piel en el campo a su equipo y haciendo pequeño a todo un Atlético de Madrid. Al fin, plantilla y entrenador estuvieron a la altura de la afición. Química entre equipo y grada pese encarar una eliminatoria desfavorable. Porque la emoción no entiende de inversores ni de acciones ni Fundación. Independientemente de ‘Deportes’ Cuatro. Alto y claro, como el tifo de Curva Nord: Valencia, mi reino.

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