Las cosas de Salvo

Nadie es perfecto. Bajo esa premisa se debe hacer cualquier análisis de las personas. Al menos, con el mismo equilibrio con el que nos gustaría ser juzgados.

Y bajo ese prisma trato de ver al Valencia, su presidente y las cosas que hace. Mucho se escribe sobre su gestión de los grandes temas y no siempre con mucha benevolencia. Yo, para no engañarme a mi mismo, reconozco que su valentía veraniega le está pasando factura.

No se si con fe ciega en su discurso o con ánimo de recuperar al valencianismo perdido tras cuatro años de realidad pesimista, pero lo cierto es que anunció cosas que, simplemente, no se han cumplido todavía. Y digo bien; todavía. Porque de junio a octubre no hay tiempo material para pedir cuentas a alguien que llega para gestionar un transatlántico de 100 millones de presupuesto al año. Y más éste transatlántico llamado Valencia CF, que unas veces parece el Titanic, y otras el Alakrana rodeado de piratas somalíes.

Y mayor es el reto, si cabe, cuando llegas con la firme convicción de cambiarlo todo de arriba a abajo. Pero sí creo que falló en la ligereza de las palabras en sus primeras semanas en el cargo. Palabras categóricas. Palabras con soluciones societarias para el club. Con ilusión deportiva para el aficionado. Palabras demasiado arriesgadas para la situación real a la que se enfrentaba. El tiempo ha dictaminado que ni la asistencia financiera se regateaba con la gorra, ni el equipo es mejor que el que era, ni los patrocinadores se pegan por llegar primero a la puerta del Valencia. Y lo que es más importante, el lío Fundación-Bankia-Generalitat está cada día que pasa más emponzoñado y en un túnel del que no sabemos si la luz que se ve al final es la salida o un tren que viene de cara por la misma vía. Aunque de eso no tiene la culpa Salvo y si los que le pusieron a él, a Aurelio Martínez y a esa cosa llamada aval que es como el anillo de Mordor. ‘Mi tesoro’ para unos, la muerte para los otros.

Y luego está el otro lado de la balanza. El de las pequeñas batallas. Esas que parecen populistas, efectistas pero que no van a salvar al Valencia de su crisis institucional. Porque es evidente que al Valencia le salvará un aval, un inversor de dibujos animados, una empresa que acabará el estadio, o todos a la vez apoyados desde el más allá por el Espíritu Santo.

Pero a mi no me quita nadie lo de aplaudir a Salvo por sus pequeños detalles. O grandes: depende del cristal con el que se mire. Miren, repintar el estadio con el murciélago puede parecer un asunto banal. Y en cambio encierra el cambio de mentalidad. Desde hoy el mundo verá en Mestalla una imagen aérea espeluznante. La imagen de marca del nuevo Valencia. La que se quiere proyectar al escaparate del fútbol mundial. El cañón del Arsenal, el león del Chelsea, el trébol del Celtic….y el murciélago del Valencia. ¿Lo van viendo?

Sigan la cadena; el fichaje de Douwens. El galáctico que buscaba. Porque el fútbol se juega en el césped, pero en el mundo actual, los clubes ganan los partidos en el marketing. Y la llegada de antiguos emblemas al organigrama de la escuela con Rufete a la cabeza. Ya veremos como evoluciona la nueva estructura, pero me gusta imaginar a Baraja, Angulo o Curro Torres explicándoles a los niños lo que es el Valencia.

O lo último de Rami, al que ha arrancado casi 300.000 euros de su sueldo-aunque sea lo equivalente a 300 euros de cualquier mileurista- para que se le borrara esa cara de listo con la que llegó a Milán. Una bofetada a última hora más moral que otra cosa, pero bofetada al fin y al cabo del club a un jugador. Del club ya no se van a reir tan fácilmente.

Ya ven. Pequeños detalles, pero que engrandecen al club y lo llevan por un nuevo camino. Tiempo habrá para discutir si el volantazo lleva a la anunciada autopista o a la peligrosa cuneta. Pero de momento el valencianismo le da tregua con los grandes temas y valora las pequeñas batallas ganadas. Y eso, en si mismo, es una gran victoria.

PD. Me encanta la nueva fachada de Mestalla con grandes leyendas de la historia del club. Honra el pasado y recuerda la grandeza de la institución. Pero no ver a Fernando Gómez entre Angulos y Piojos Lopez es un delito imperdonable. El mejor resumen de todo lo que han leído; las cosas de Salvo. Algunas muy buenas. Todas no. 

 

Kike Mateu (@kike_mateu)

Tiempo de Descuento (Gestiona Radio Valencia 107.5 FM)

Ir arriba