Serhiy Lishchuk compareció ante los medios de comunicación deseoso por volver a vestirse de corto y ayudar a sus compañeros. El ucraniano prefirió no dar una fecha de regreso pero aseguró que estará a tope cuando pise de nuevo el parquet. «Estoy mucho mejor y espero que pueda jugar pronto. El objetivo es jugar contra Kazan, es un partido muy importante para nosotros y para mí también. Voy paso a paso y cada día me siento mejor», explicó.
El pívot del Valencia Basket participó como ‘embajador’ en las jornadas que organiza el club valenciano dentro del programa educativo One Team, promovido por la Euroliga. El ucraniano se atrevió incluso a hacer algún que otro mate para deleitar a los niños, muestra inequívoca de que ya ha empezado a olvidar su lesión. «El objetivo es jugar al 100% y es posible que antes (de la final). No sé (cuando volveré), pero cada día me siento mejor y espero volver pronto. Trabajo mucho, dentro y fuera del gimnasio, hago todo y cada día estoy mejor», comentó.
No está siendo una temporada fácil para el ucraniano. Tras cuatro meses de inactividad, la situación en su país tampoco ayuda. «Este año para mí es muy difícil por el tema de lesiones, por la situación de mi país. Tengo muchos amigos que me ayudan mucho porque me apoyan y quiero olvidarme de las cosas malas, concentrarme aquí en el baloncesto y ayudar a Valencia a ganar un título este año y pasar ronda de playoff», aseguró.
«Tenemos un buen grupo de jugadores, de fisios que nos ayudan mucho y estoy mucho mejor, sin esto no sé como estaría. Siempre hablan conmigo, me apoyan, tienen muchas buenas palabras para mí, mucho cariño. Tenemos muy buen equipo como personas», añadió dando las gracias a la gente que le ha apoyado durante estos últimos meses.
«Quiero dar algo al equipo, a los jugadores que están un poquito cansados. La temporada ha sido muy dura, tenemos muchos partidos y cuando algún jugador se recupera ayuda como Triguero, Dubljevic… Eso es muy bueno para el equipo y para mí también», prosiguió.
Por último, Lishchuk aclaró que no ha sido el espectador más tranquilo del equipo desde la televisión y el banquillo. «Siempre es muy complicado ver los partidos cuando no juegas, pero da igual, si ganamos o si perdemos cada momento lo vives como ellos. El partido contra el Khimki allí en Moscú estaba muy nervioso y cuando pasamos estaba muy feliz, como nunca antes», concluyó. Ojalá lo esté todavía más dentro de un mes.