Los hijos de Göteborg

Cómo ha cambiado el fútbol. Recuerdo que, cuando era pequeño, la UEFA tenía un sabor especial; era una competición muy importante y sólo unos pocos equipos afortunados cada año la disputaban. A Valencia venía un equipo francés, un holandés, o un inglés y Mestalla vibraba; la gente saboreaba el encuentro como el que prueba el caviar por primera vez. Molaban esas noches europeas.

Ahora, con la masificación de la Champions, esta competición llamada Europa League se ha convertido en un mal menor. Es una segunda división competición continental dónde hay equipos grandes venidos a menos o que pagan un año irregular en sus ligas y que se ven obligados a sacar a pasear su nombre por la Europa continental contra rivales de dudosa talla deportiva. Ayer, del cuadro de equipos que disputaban la jornada europea, al menos la mitad no los había oído en mi vida y me costaba situarlos en el mapa.

Con este panorama, un conjunto como el Valencia tiene poco que ganar en esta competición y mucho que perder. De hecho, si no llegas hasta las rondas finales, siempre queda la sensación de que el equipo ha fracasado. Y eso sucede porque el dinero que ingresa es poco, los escenarios son de calidad cuestionable, los rivales te quieren morder porque tú eres el grande pero suelen ser de poco calidad (véase el portero del Kuban) y tus jugadores se motivan lo justo, nunca como si estuvieran en la Champions.

La reflexión debe servir para agudizar los sentidos porque la Europa League siempre hubo dos formas de afrontarla: pasando olímpicamente y dejándose llevar o, tragándose el orgullo y yendo a por ella hasta la final como hizo el Valencia en 2004.

A título individual pasa algo similar. Puedes saltar al campo al ‘trantrán’ o querer comerte el mundo como hizo Alcácer, que corrió esperando lo inesperado para marcar en el segundo balón que tocó. Porque el de Torrent ha pasado hambre y tiene apetito. A Djukic le ha costado verlo. Se estrelló en el primer envite europeo con los buenos. Contra el Kuban, apostó por los desheredados que tienen el estómago lleno pero, hasta que no le ha echado narices poniendo a los canteranos, que tienen apetito, la cosa no ha cambiado. Ellos, que crecieron viendo al Valencia ganar esta competición en Goteborg, sí que tienen claras dos leyes fundamentales en el fútbol. La primera, que esta competición es el camino más corto hacia un título. Y, la segunda, que si el equipo va bien ellos van bien porque su presente y su futuro está aquí.

 

David Torres (@DavidCanalNou)

Periodista Radio Nou

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