Manual del perfecto macarra

Podría decirse que Rami ha sido el gran espejismo del Valencia. Bueno, al menos uno de ellos. Cuando llegó y jugó sus primeros partidos formando pareja de baile junto a Víctor Ruiztodavía más espejismo que el anterior-, todos pensamos que teníamos la pareja de centrales del futuro. Pero a uno no le llega –al español- y al otro, el que nos ocupan, no le gusta jugar a esto. Repito: no le gusta jugar al fútbol. Tiene condiciones, pero no cabeza. Además tiene la santa virtud de reírse cuando a nadie le hace gracia el tema y a hablar cuando tendría que callarse. Eso si, siempre cuando se halla fuera de Valencia

El galo lleva el último mes borrándose del equipo. Una lesión agravada por bailar en el momento mas importante de la temporada, contracturas incontables… vamos, todo problemas. Ahora dice que el club lo trata como una mercancía, ¡cuando el que está loco por marcharse es él! Alucinante. El problema es, con sus barrabasadas, es el primero que consigue bajar su cotización y eso no es bueno para el Valencia. Porque entonces habría que ‘regalarlo’, y el Valencia no está precisamente para hacer regalos.

Las patochadas de Rami representan todo lo que el buen valencianista no quiere ver en su equipo. El problema es que a muchos les hace gracia: gente que, cuando el viento cambia, son los primeros que lo ponen a parir. Mientras, el valencianista que lleva tiempo buscando su sitio, perdido ante tanto caos, quiere jugadores que no se besen el escudo pero que lo defiendan. Que sientan la responsabilidad, que se dejen el alma aunque el resultado sea horrible. Vamos, que se pongan la faja como en la huerta y que peleen por esta tierra.

Y el buen valencianista no quiere tramposos ni milongueros. Porque sabemos que estos enamoran la primera noche pero que son los otros, los humildes, los que al final de la fiesta se llevan a la guapa a donde quieren. El dinero hace al rico pero lo otro, lo inmaterial, lo intangible, hace al ser humano grande. Ramí se irá y a todos nos dará igual –a él, el primero-, pero ese es su problema. Bastante grave, por cierto. 

 

Carlos Egea (@cegeavivo)

Periodista TVV

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