«Más allá del Mundial, el futuro del rugby español es consolidar la base»

A partir del viernes, y en apenas tres días, 24 equipos medirán sus fuerzas a lo largo de 53 partidos para coronar al rey del Seven a nivel mundial. Los campeonatos del mundo de Rugby Seven de Moscú 2013 suponen el colofón a una larguísima temporada para el combinado español dirigido por Tiki Inchausti. 72 horas de furia, con placajes, ensayos, drops, acciones espectaculares y, por encima de todo, el orgullo de comprobar el crecimiento de un equipo como España, cuya evolución ha sido imparable en el último lustro. El ‘Siete del León’ está encuadrado en el Grupo A, junto a equipos potentes como Australia, Francia o Túnez. Facundo Lavino (Buenos Aires, 1985) es uno de los fijos en el combinado nacional. El medio melé recibe a VLC NEWS en su domicilio de Valencia horas antes de partir, junto a sus once compañerosrumbo a tierras moscovitas.

Nació Usted en Argentina, llegó a España en su adolescencia… y ha acabado siendo internacional. Bonita historia.

En el rugby hay varias condiciones para ello: tener un padre o abuelo nacido en el país, o bien haber vivido tres años aquí. Mi abuela tenía pasaporte español, así que lo cumplía. La mayoría de mis compañeros que no son nacidos en España llegaron aquí con 14, 15 o 16 años, y hemos desarrollado toda nuestra carrera a nivel senior aquí.

Comenzó a aficionarse en Argentina, ¿cierto?

Con siete años empecé a jugar, sí. Primero en el colegio, luego en Belgrano. Mis tíos habían jugado al rugby, mi padre también. Allí es diferente, en los colegios se practica mucho.

¿Y cuándo decide convertir su ‘hobby’ en una actividad profesional?

Siempre traté de evitarlo. Cuando terminé el instituto, decidí marchar a Valladolid pero, aunque jugaba y el club me ofrecía residencia y compensación económica, no dejé de estudiar ni de trabajar. Todo han sido pequeños pasos intermedios. Empecé a ser internacional con 18 años, en primero de carrera: de hecho mi primer partido fue el fin de semana siguiente al examen de Selectividad. Traté de terminar la carrera seis meses antes para planificar y entrenar de cara al Mundial de 2009, cuando estaba de Erasmus en Italia. No pudimos acceder, y hubo que esperar cuatro años más. Me marché fuera de España a estudiar y trabajar, pero llegó un momento en el que el equipo había crecido tanto, las expectativas eran tan buenas de cara a meternos entre los mejores, que muchos de nosotros decidimos dejarlo prácticamente todo para tratar de entrenar a tiempo completo para lograr los objetivos. Y una vez logrados, la Federación aprovechó el aporte económico extra que da jugar las HSBC World Series para hacernos profesionales la temporada pasada. Y espero que todo siga creciendo y podamos seguir jugando las World Series y los Mundiales.

Ese entrenamiento del que habla lo llevó a cabo Usted, entre otros lugares, en las islas Fiji.

Fue una de las cosas que hicimos. Ese verano estábamos clasificados entre los mejores de Europa, lo conseguimos en los Europeos. Después de eso varios jugadores entrenamos muy fuerte en Madrid para llegar en buena forma a Fiji, donde pasamos tres meses y competimos contra gente que son de otro nivel. Desde que nacen los fijianos son portentos físicamente, tienen el rugby en la sangre.

Siempre recomiendo a quien tiene curiosidad por la cultura de Fiji que visite el blog que Usted escribió durante su experiencia. ¿Qué encontró allí, a nivel de entrenamiento pero también personal, que no se pueda encontrar en otro lugar?

A nivel deportivo, Fiji es un país en el que el rugby es el equivalente al fútbol aquí. Pero además tienen la genética, que les benéfica; y a ello hay que sumarle que no hay teléfonos, ordenadores, Playstations… Los niños desde pequeños cogen un balón y salen a la calle o a la playa a jugar con los amigos. Si ya de por sí tienen condiciones físicas buenas, luego pasar todo el tiempo subidos a las palmeras, haciendo deporte y jugando con un balón les permite crear jugadores que tienen una capacidad increíble para ganarle a otros equipos. Fiji es el único país del mundo capaz de sacar jugadores de la nada, sin entrenamiento al máximo nivel, que estén en condiciones de ganarle a los mejores del mundo. Aprendimos mucho viendo cómo viven y cómo entrenan. Tuvimos la suerte de estar con entrenadores de talla internacional que nos mostraron métodos de preparación física y técnica de rugby XV y rugby Seven que nos vino muy bien. Y a nivel personal, Fiji es un país muy poco desarrollado y eso te enseña cosas: la gente es muy feliz con muy poco, es muy impuntual…

El famoso ‘tiempo Fiji’.

Lo llamaban ‘Fiji time’. Podían quedar contigo a las cinco de la tarde y aparecer a las siete, o a las ocho con una sonrisa en la cara. O te vuelves loco o te adaptas. Y todo eso te ayuda a aprender, a preocuparte un poco menos por cosas materiales y ver que se puede ser feliz con muy poco.

Eso fue en invierno de 2011. Quizá no exista relación, pero en 2012 tuvo lugar la consolidación del Seven español en los torneos internacionales. Y es curioso, porque el aficionado medio conoce esta modalidad muy por encima.

Hay diferencia con respecto al rugby XV. Cuando cualquiera piensa en rugby imagina a gente grande que se pega trompadas. El rugby XV es muy bonito porque es muy estratégico, porque hay gente de muchos estilos, rápidos, fuertes, y todos trabajan en equipo. Pero el Seven me encanta porque llega al público a través de la emoción: a lo largo de un mismo día hay partidos más cortos, menos jugadores sobre el campo, y hay mucho más espacio para correr. Se rompen las defensas más rápido, la forma física debe ser increíble para mantener el nivel. Llama mucho la atención la gran cantidad de ensayos por minuto, las escapadas y carreras que puede haber… Es más fácil entender el juego en el Seven, porque requiere sólo tu atención durante siete minutos para ver cómo va el partido.

También cambia el perfil de jugadores, con tipos más explosivos y rápidos en el Seven que en XV.

También en Seven hacen falta diferentes perfiles de jugador: más rápido, más explosivo, más alto, con más pie… Pero al haber menos jugadores, se prioriza a gente que tenga resistencia para las carreras. En rugby XV la gente grande, al estar rodeado de una mayor cantidad de compañeros, no tiene que hacer esfuerzos intensos todo el tiempo, y eso cambia el estilo de entrenamiento. Para hacer un sprint de 10-15 metros, en rugby XV te entrenas para realizarlo un par de veces por minuto. En el Seven, en cambio, esos sprints se hacen cuarenta veces cada par de minutos, y la recuperación es muy importante. El tipo de jugador y de entrenamiento hace que, llegado el momento, cada uno se decante hacia una modalidad u otra.

La repercusión, por suerte, cada vez es mayor. A eso ha contribuido mucho la celebración de las HSBC World Series, en países exóticos y grandes capitales como Londres, Dubai, Las Vegas…

La Federación Internacional de Rugby está trabajando mucho este aspecto, para ellos es importantísimo conseguir que este sea un producto vendible al público. Y miden la gente que lo ve por televisión, la gente que acude a los estadios, la repercusión en redes sociales… La última estadística que vi, del año pasado, es que más de 200 millones de personas habían visto eventos de las World Series por televisión. Este año se lograron 71.000 personas viendo partidos en el mismo estadio a lo largo de un día. A lo largo de un fin de semana se superaron las 100.000 personas disfrazadas, pasándolo bien, de fiesta, viendo el torneo. Es un ambiente producto de un deporte cada vez más interesante. Y como dices, los lugares exóticos como Dubai o Hong Kong aportan características de su cultura y lo hacen todavía más enriquecedor. Quizá no tengan tradición de rugby, pero a cambio consiguen tener torneos muy interesantes con personas que viajan de todas las partes del mundo para vivir en primera persona el evento. Wellington, en Nueva Zelanda, es diferente porque allí sí que hay mucha cultura del deporte.

Y esto culminará en 2016, cuando se vea por primera vez al rugby Seven como modalidad olímpica.

Por supuesto que esto va a ayudar, primero porque para muchos países el atractivo de conseguir una medalla les va a motivar mucho. Como decíamos antes, quizá Fiji no tenga expectativas de lograr medalla en otra cosa, pero para ellos ver que tienen la posibilidad de conseguirla en esta disciplina es increíble. Pero también ayuda porque Brasil, China, Rusia, Estados Unidos y otras potencias seguro que buscan esas medallas también. Esto va a desarrollar mucho el rugby, que la Federación Internacional de Rugby se una al COI para empujar juntos. Las series crecen, los países crecen y ojalá los Juegos Olímpicos sirvan para aumentar la expansión del deporte.

Hablemos del Mundial de Moscú, que está a punto de empezar. España regresa a la cita después de doce años.

Para muchos de nosotros es especial, la mitad del equipo estuvo presente en las clasificaciones de 2004 y de 2008, donde no logramos el objetivo en los últimos minutos de los últimos partidos. Después de todo el trabajo realizado, todos los torneos y todos los esfuerzos, llevar de nuevo a España a un Mundial es increíble.

¿Y con qué objetivo entra la selección española al torneo?

Hay que tener en cuenta que sólo desde el pasado año tuvimos la suerte de entrar a jugar las World Series, en las que sólo participan los quince mejores equipos del mundo. Esta temporada ha sido difícil para la selección porque desde el principio tuvimos que preparar todas las World Series, mantenernos en ella y llegar al Mundial. El siguiente objetivo es superar la mejor clasificación de España en un Mundial. Vamos con toda la ilusión del mundo, hemos terminado en la decimoquinta plaza de las World Series, no es imposible, pero hay que tener en cuenta que el equipo llega cansado tras muchas lesiones y una temporada larga. Vamos a intentar aprovechar esta oportunidad de jugar un Mundial que podría ser el último.

¿Hasta qué punto la figura del seleccionador, ‘Tiki’ Inchausti, ha sido importante para llegar hasta aquí?

A Tiki lo valoramos mucho porque, en primer lugar, ya había jugado con nosotros. Llegó en un momento difícil, de cambios, e introdujo muchas innovaciones en nuestro juego que nos hicieron crecer mucho y nos motivó para entrenar más. Pero también comenzó a introducir pequeñas concentraciones durante los veranos para poder entrenar dos o tres meses juntos, con una estructura de calidad, con fisios, planes de entrenamientos… Una estructura parecida a los equipos de élite. Todo eso nos hizo crecer hasta llegar al punto que he comentado antes, cuando muchos tomamos la decisión de dedicarnos al Seven al 100%.

Da la sensación de ser una persona que se preocupa por el equipo más allá de su figura como seleccionador. Recuerdo cuando Usted sufrió aquella extraña lesión en Estados Unidos y él estuvo en el hospital de Filadelfia acompañándole.

Es muy buena persona y muy cercano a los jugadores, pero también sabe diferenciarlo del momento en el que hay que estar en el campo y echarte la bronca o decirte en qué debes mejorar. Cuando tuve aquel problema y tuvieron que operarme la pierna, él viajó directamente desde España para apoyarme en un momento difícil. Sólo faltaba un mes para el torneo en Hong Kong y podía estar preparando a su equipo, pero vino a apoyarme. Y eso siempre se agradece.

Con el paso del tiempo Usted se recuperó y volvió a competir al máximo, ¿pero tiene Usted ya una explicación al problema que sufrió en el tobillo? 

El razonamiento más lógico al que llegaron los médicos está relacionado con la bacteria ‘Staphylococcus aureus’, que el 70% de las personas tiene en las manos. Una bacteria con la que convivimos sin problemas en el día a día. Pero venía de un país tropical, entrenando todos los días, cambiando el clima, jugando un torneo muy intenso… y mi cuerpo no tenía las defensas necesarias para combatir la bacteria en una pequeña herida muy simple. En cuestión de un par de días se creó un hábitat ideal para que esta bacteria subiera por la pierna y amenazara seriamente la salud, incluso planteándose la opción de amputar. La conclusión es que el cuerpo estaba demasiado cansado para combatirla como lo hace generalmente.

Muchas veces a los jugadores de élite se les atribuyen facultades físicas sobrehumanas. Acabamos de tratar un ejemplo extremo de que no es siempre así. Esta temporada, sin ir más lejos, el calendario ha sido muy exigente. ¿Habría que cuidar más esa faceta para que los resultados sigan llegando?

Obviamente, este era nuestro primer año y aprendimos mucho. El futuro está en tratar de desarrollar el rugby desde la base y tratar de conseguir que los jugadores que lleguen a la selección lo hagan en las mejores condiciones posibles, que estén en competiciones internacionales para así crear una estructura que se mantenga a medio y largo plazo. Sólo así se podrá competir con el tiempo al nivel de los grandes.

Inchausti le calificó una vez como ‘cerebro’ del equipo. Con esa definición en mente, ¿cómo ve Usted a sus compañeros, a la familia del Seven español?

Siempre decimos eso, que somos una familia. Pero una familia abierta a toda la gente que vaya llegando desde abajo, que tenga ganas de trabajar y crecer con el rugby. Este grupo se unió mucho porque afrontamos desafíos muy fuertes juntos, vivimos experiencias duras, pasamos por malos momentos y trabajamos juntos para lograr los objetivos. Es gente que está dispuesta a darlo todo por el que está a su lado. Eso hace que te sientas muy cercano a esas personas, sea en redes sociales o durante las vacaciones, porque cuando estás dentro del campo esa persona se ha partido la cara por ti o ha corrido cuando no le quedaba ni un poquito de oxígeno en el pulmón. Nos sale natural a todos. Además, el equipo se organiza en función de las cualidades de los jugadores, y la gente que se va quedando es la que tiene esa predisposición a darlo todo dentro del campo.

La última antes de que comience a hacerse la maleta. Usted empieza a competir con la selección en 2004, hace casi una década. ¿Qué futuro le ve a su trayectoria, a la del rugby en España, más allá del Mundial de este fin de semana?

Ahora que se ha conseguido entrar entre los quince mejores equipos del mundo y se tiene la posibilidad de competir contra los mejores, debemos intentar aprovechar para crear una estructura y que se cree una base para que las promesas jóvenes puedan competir a ese nivel y mantengan ahí a la selección. Ese ha sido mi objetivo este año, más allá de jugar: contribuir a difundir esta idea. Las condiciones no son las mejores por la crisis financiera, y la Federación Española no priorizó crear la estructura en aquel momento. Personalmente, me gustaría ayudar a conseguirlo y evolucionar para que el rugby español mejore.

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