Neymar es una ilusión óptica, el fracaso de Brasil

Cuando compró a Chile para tener el Mundial de 2014 (los australes quedaron con la Copa América del 2015), Brasil no podía imaginar todas las tragedias que estaban a venir. La omisión de las autoridades políticas para traer beneficios para un mes de fútbol venció la necesidad cotidiana del pueblo, que viene desde muy antes de la Copa y se va hasta el último día de la Tierra.

Brasil llegó a la competición sin salud, sin educación, sin seguridad, sin preparación, sin estructura, sin un equipo, sin liderazgo. ¿Cómo llevar en serio alguien que deja un presentador de televisión interrumpir el entrenamiento aterrizando de helicóptero en la cancha, hacer grabaciones para su programa y que saca del vestuario Cafu, una autoridad en Copas, que hablaba para los jugadores a darlos motivación? Como dar seriedad a una entidad que, por dos veces, salvó un equipo, el Fluminense, del descenso en el Campeonato Brasileño, por amistad y no querer que un equipo grande se va a la ‘’B’’? Fue llamado de ‘’desconocido’’ por José Maria Marin, presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), que sucedió a Ricardo Teixeira, uno de los mayores hipócritas que ya he visto en la vida. Marin fue jugador de fútbol, concejal de la ciudad de São Paulo, diputado y gobernador del estado de São Paulo. Tiene ligaciones con la Dictadura Militar (1964-1985) y es nombre envuelto en escándalos de corrupción. Robó una medalla de premiación en la final de un certamen juvenil en el 2012.

Como fanático de la radio, escuché transmisiones de emisoras de todo el mundo, en especial las de Sudamérica, y una cosa era casi unánime, que concordaba con algo que yo ya hablaba hace tiempo: es el peor equipo que Brasil ha colocado en la cancha desde mucho tiempo. En mi vida, fue la peor desde siempre. Un país que ya tuvo Romário, Garrincha, Pelé, Ronaldo dependía de Fred, Jô, Bernard y Neymar, en especial, para ganar un Mundial en su casa. No vencería ni pagando la FIFA. Neymar es una ilusión de óptica, un muñeco, actor, humorista, TODO, menos un jugador de fútbol.  Su negociación para salir del Santos y jugar en el Barcelona tiene como ingrediente, por ejemplo, una memorable orgía en un hotel de lujo, en Londres. Una decepción como persona y como ciudadano.

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FOTOGRAFÍA:  Final de la Copa Libertadores de América 2011, Santos 2-1 Peñarol.

Neymar es un tipo inventado. La lesión del ‘’crack’’ de Brasil es algo muy mal explicado. Sus exámenes fueran apagados de los ordenadores del hospital de Fortaleza donde fue encaminado después de salir del césped en el juego contra Colombia por órdenes de la CBF (http://mundoclay.com/news.php?art=437&fb_action_ids=731674436897241&fb_action_types=og.comments). En el inicio, la recuperación se daría de cuatro a seis semanas, pero se habló que podía jugar una posible final solo con algunos medicamentos. Una vértebra quebrada no se recupera en una semana, creo yo. Su salida del Mundial fue como si hubiera muerto. En Brasil, personas llorando, lamentando, pero nada de eso fue visto cuando hubo la muerte de dos personas, un hombre y una mujer, trabajadores comunes, ciudadanos que luchaban para tener sus cuentas en día, que dejaran niños, con otras tantas personas heridas, cuando cayó un viaducto en Belo Horizonte, local que fue, días después, el escenario de la patética despedida del sueño del sexto campeonato del mundo de Brasil.

En todas las veces que el equipo brasileño cae, viene el discurso de renovación, que siempre hay algo a aprender. Si es por eso, faltaron a todas las clases desde el 2010. Dunga cayó con su equipo débil frente a Holanda, era una persona amarga, difícil, solo que había algún resultado. Poco, pero ya era algo para quien es idolatrado en el mundo como la única selección cinco veces campeona. Mano Menezes llegó, salió en los cuartos de final de la Copa América 2011 SIN MARCAR GOLES EN LOS PENALES contra Paraguay y arrancó la final de los Juegos Olímpicos de Londres llevando un gol de México a los 25 segundos. Luiz Felipe Scolari, que salió después del título del 2002, volvió. Ganó la Confederaciones (cinco juegos y cinco victorias), arrasó a España en la decisión y puso Brasil en un punto que, otra vez, le metía chances a ganar en casa. Total ilusión. Era una mejora para morir, después. Ganó con penal inventado de Croacia, empató con México, que siempre es un equipo duro, y venció Camerún, pero tuvo dificultades y los africanos, en una parte del juego, envolvieron los brasileños. Contra Chile, Pinilla tuvo la chance a los 14 del segundo tiempo extra, pero la pelota se fue al travesaño. En los penales, Julio Cesar, siempre con los mismos discursos emocionados, pero nada eficaces y sin finales felices, salvó. Contra Colombia, una total excepción en la primera parte y en momentos de la segunda. Los colombianos apretaron en el final del compromiso y casi llevaron el juego a la prórroga. Una pena que tengan salido. Fue un fútbol práctico, hasta bonito, que se puede ir más adelante.

Felipão ya no es hace mucho tiempo un técnico glorioso. En el Chelsea, un pasaje rápido y sin resultados. Tuvo unos lapsos, como el propio Brasil del 2012, tiendo antes el Palmeiras campeón de la Copa del Brasil, en el 2012. Un equipo terrible, que hasta consiguió ayustar, pero encamino su descenso para la Série B del 2013, siendo demitido poco antes del fin del Brasileirão. Creo que el verdadero entrenador Scolari paró de existir en Portugal, con el cuarto puesto del Mundial del 2006. Prefiere atacar la prensa, responder groserías. Hoy, Felipe es apenas un hombre de marketing. Un nombre importante y nada más. Nombre que fue importante. Mandó al infierno quien no gustaba de su manera de dirigir. Al infierno fue el fútbol y la reputación brasileña. Carlos Alberto Parreira, DT del título del 1994, fue uno de sus auxiliares y no colaboró mucho. Es un hombre inteligente, culto, pero sus concepciones del deporte son ultrapasadas. O mejor: su concepción del país es ultrapasada. Habló, por ejemplo, que ‘’la CBF es el Brasil que dio cierto’’. No sé donde vive, sinceramente. Si van a salir o no, es para después del sábado. Después del juego, fue hablado que, en los próximos meses, la CBF podría traer hasta mismo un entrenador extranjero, algo que sería inédito para la selección. Es todo muy temprano, aún caliente en la mente.

No voy a sacar la competencia monumental de Alemania. ¡Por favor! Juegan juntos hace seis años, al menos, es un equipazo, la grande favorita al título, pero la selección verde y amarilla mostró al mundo su verdadero rostro. Un equipo sin opciones, sin técnica, sin fuerza, totalmente entregue a los alemanes, que solo hicieron lo que deberían hacer: aprovechar las chances. Fueron lejos demás y con merecimiento. Mientras Alemania trabajaba incansablemente, Brasil tendría más preocupación con holganzas, cosas fútiles y la CBF con los actores, presentadores, artistas de la Rede Globo, que siempre estaban en los (pocos) entrenamientos. El equipo europeo se quedó sorprendido con la inmensa falta de alma de los oponentes y hasta mismo avergonzado al salir de la cancha.

El equipo de Brasil en 1950, en especial el arquero Barbosa, fue masacrado, pero ganaba por 1-0 y jugaba un fútbol verdadero, limpio. Perdió para Uruguay por 1-2, aunque tenga luchado mucho. Registros de la época dicen que hubo hasta Carnaval fuera de fecha en Río de Janeiro, pero nada comparado con hoy. Era algo más sencillo, verdadero. Barbosa, que murió en el 2000, tuvo hasta el final de su vida la marca de incompetente. Una tremenda injusticia. Hoy, su alma y de sus compañeros fue lavada y revestida de blanco. Los jugadores, autoridades y el pueblo deberían pedir perdón a ellos. Hablarían con jugadores de verdad, no con los cobardes que visten la camiseta actualmente

Schweinsteiger  pidió disculpas, Müller dijo que Brasil no merecía esto. Al primero, disculpo con mucha alegría. Al segundo, hablo que está errado. Era necesario una derrota (no se esperaba eso, pero se necesitaba) para que el pueblo y que parte de la prensa que aun quiere creer que Brasil es el país del fútbol mirase la incongruencia, la falta de carácter de las autoridades políticas y deportivas. No tienen humildad, no se importan se entrenan o no, ya que el dinero está garantizado. Ganan para hacer vergüenza, terrorismo, para ilusionar un pueblo que ya está harto de tanto sufrir con la salud, con la inseguridad, con la falta de dinero y, desde mucho tiempo, pero solo miró ahora, que no tiene más el fútbol. Restó el Carnaval para dar alegría.

 

AUTOR: Leo Dias

 

 

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