Otro seis para la leyenda

Sin duda, el número seis es propiedad de la mitología valencianista. El recientemente desaparecido Puchades fue el iniciador de la saga. Albelda, el último eslabón de una cadena legendaria en el club de Mestalla. Entre uno y otro, se añade un elenco de nombres ilustres ante los que el valencianismo debe descubrirse por lo que representan en su historia: Roberto, Pepe Claramunt o Mendieta.

Todos ellos capitanes, curtidos en el club desde abajo, cada uno reinó en su momento, y exhibió unas características diferentes, pero el paso del tiempo les ha situado en el espacio reservado a los más grandes. El adiós del centrocampista de La Pobla Llarga añade un capítulo más a este apasionante relato futbolístico protagonizado por futbolistas envueltos de una aureola simbólica.

De la lista expuesta, sólo dos de ellos salieron del Valencia con el reconocimiento del club y el aplauso de la afición: Puchades y Roberto se despidieron en Mestalla con un partido homenaje que, sobre todo en el caso del primero, contó con un respaldo mayoritario de la hinchada. El resto ya es otro cantar. La marcha de Claramunt estuvo envuelta de una agria polémica y la salida de Mendieta, reciente en el tiempo, también se vio acompañada de una enorme controversia que incluso arrastró a la dimisión de Pedro Cortés. Así que la despedida de Albelda no ha alcanzado, de momento, el componente traumático de sus precedentes inmediatos aunque, como era previsible, ha disparado los comentarios y ha dividido las opiniones.

Sobre David Albelda sigue pesando el lastre de su enfrentamiento con el club tras verse apartado de la actividad por Ronald Koeman. Considerado un poder fáctico, su innegable peso específico en el vestuario y su influencia en la plantilla, le empujó a una situación tan desagradable como injusta. El Valencia hacía aguas por todos lados, y aquella guerra interna vino a poner en evidencia el desgobierno de la entidad.

Sin embargo, un episodio concreto no puede condicionar una trayectoria tan larga y tan brillante. Podrá gustar más o menos, pero Albelda se ha hecho acreedor al máximo respeto. Mayoritariamente, la grada de Mestalla se lo ha profesado, y en su último partido, recibió muestras unánimes de cariño.

Su hoja de servicios es de las más brillantes del Valencia, con el valor añadido de ser de la tierra y de venir desde abajo, hecho poco a poco en la casa. Nadie le puede negar a Albelda la entrega al club ni el amor por unos colores, que sólo son capaces de sentir aquellos que eran valencianistas mucho antes de ponerse la camiseta del primer equipo. Esa es su gran ventaja respecto a otros jugadores que se han besado el escudo.

Todos los futbolistas saben que un día llegará su final. La decisión genera múltiples interpretaciones, todas legítimas. Ahora, solo hay que esperar, que el Valencia y Albelda sellen un adiós conciliador. De esa manera, todos salen ganando. Hay que abrir la puerta grande de Mestalla. La única por la que debe salir Albelda.

Ir arriba