Peris Frígola tenía razón

Echen la vista atrás. No hace falta perderse en el túnel del tiempo, tan solo unos pocos años. Si se detienen en el otoño de 2006, evocarán la presentación en sociedad del gran proyecto que iba a catapultar al Valencia CF. En un acto envuelto de pompa, rodeado del máximo esplendor, sin escatimar detalle, se mostró la maqueta del que iba a ser la nueva casa del valencianismo.  Han pasado ya siete años, el proyecto no sólo no ha cuajado, sino que tampoco se adivina cuándo ni cómo concluirá. A lo largo de ese período  de tiempo, se ha visto desfilar  a cinco presidentes al frente del club y a uno de la Generalitat. Solo Rita resiste al frente de la alcaldía del Cap i Casal, de entre quienes aquel día bendijeron el nacimiento de un recinto que disparó la euforia.

No voy a hurgar en la herida abierta, ni tampoco pretendo regodearme en este fracaso que a todos, como el mal de Almansa, alcanza. No me complace cruzar cada día un par de veces por delante del gigantesco esqueleto del futuro estadio ubicado en la avenida de Les Corts Valencianes. Cuando empezaron a levantarlo, solía acudir a cumplir con mis obligaciones laborales en el centro de producción de programas de Canal 9 en Burjassot. “Tornem la connexió”, solíamos decir por entonces en las transmisiones televisivas. Ya no queda canal ni, mucho menos, transmisiones; pero a lo que íbamos, el embrión del campo crecía de forma vertiginosa hasta que se detuvieron las obras. Así hasta hoy.

La pasada semana, una persona con mando en plaza, compartía, alejado de los micrófonos que exigen un tono de corrección política, una sensata reflexión con un grupo reducido de valencianistas en torno a la conveniencia de haber reformado Mestalla sobre la misma parcela que ocupa en la actualidad, procediendo por fases, tal y cómo han hecho en Bilbao, a levantar un campo nuevo, lo que hubiera implicado un considerable ahorro de costes. Pero semejante opción que fue propuesta a mediados de los noventa por José Peris Frígola, una persona cabal a la que nadie hizo caso pese a su impecable trayectoria personal y profesional, quedó desechada. Paco Roig aún ejercía de caudillo.

No hubo apenas debate entonces. El paso del tiempo le ha dado la razón a Peris Frígola, integrante de varias directivas y valencianista insobornable.  Me imagino su desesperación en la actualidad al  comprobar lo atinado de sus opiniones y el escaso eco que tuvieron, para desgracia del club y de la ciudad. Mestalla presenta todavía grandes posibilidades, tal y cómo se ha demostrado con las notables mejoras introducidas en los últimos meses. El histórico feudo valencianista sigue  siendo un espacio aprovechable, dotado de un encanto y de una magia única, y para los tiempos que corren, da cumplida respuesta a las necesidades actuales.  El realismo se ha impuesto, al menos, de momento.  

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