Los números, como el algodón, no engañan: el Valencia empezará el 2014 con un pésimo bagaje a sus espaldas en lo referente a la parcela defensiva de 29 goles encajados en 17 jornadas de Liga disputadas. El cuarto conjunto más goleado de Primera División, el sumidero por el que están marchándose todas las expectativas de recuperación.
Pero Pizzi y su nuevo equipo de trabajo tienen este aspecto en su agenda, algo prioritario, como también las carencias ofensivas del equipo. Pero la realidad que ellos conciben guarda relación con formar una coraza defensiva que identifique al equipo, y que además sirva como motor de arranque para el talento ofensivo que muchos jugadores no han mostrado hasta la fecha. Los Pabón, Postiga, Canales, Fede, Feghouli o Banega pueden dar mucho más de sí, pero para ello el técnico argentino cree primordial que esto surja desde la retaguardia y apoyando en no tener que remar la mayoría de veces contra un marcador adverso.
Por ello sus primeros mensajes sobre el césped han ido dirigidos a Oriol Romeu y Javi Fuego, las dos anclas del Valencia en la zona ancha, los que deben arropar a la defensa en el repliegue y de paso dar una primera salida cómoda a los centrales. En definitiva, los dos ‘apagafuegos’ que el nuevo cuerpo técnico tiene como alumnos aventajados para entender los nuevos conceptos defensivos que debe asimilar a la carrera el equipo, metido de lleno en competición de Liga y Copa del Rey.
Rubén Vezo, el reciente fichaje portugués que acaba de ser presentado, también está en un lugar privilegiado del nuevo proyecto. Su rapidez y contundencia casan a la perfección con el estilo que utilizaba Pizzi en San Lorenzo, donde los dos centrales asumían gran parte de carga en esa zona del campo teniendo que lidiar muchas veces en el uno contra uno. Ni Ricardo Costa ni Víctor Ruiz poseen la velocidad requerida, así que todo está en manos de Vezo para demostrar con su trabajo a ojos de Richino que es capaz de asimilar con prontitud la velocidad del fútbol español.