Savia infecunda

Aureliosalvismo: Dícese de aquel movimiento politizado y ungido con la firme directriz de acometer un plan integral, modernista y practicante del esnobismo, más romanticoide que funcional, con peligro de quedar en grado de tentativa.

Politizado y ungido porque el dedo de la Generalitat señaló sus caminos presidenciales, en un jaque mate a Llorente ‘de Fábrula’. Plan integral porque planean y plantean una solución -quimérica o no- global, modernista porque por primera vez en años dejan en la cuneta conservadurismos pasados en pro de implementar prácticas novedosas y hasta ahora ignotas en el club che, y practicante del esnobismo porque toman prestados ejemplos de gestión de otros clubes y empresas de reconocido prestigio internacional. Romanticoide porque, sobre una ínfula arrancaplausos, desliza una fractura de la trabazón con el IVF -por ende, con el Gobierno valenciano-, cuyo aval es el cordón umbilical para obtener el salvoconducto que procrastine la morterada a decenio y medio vista, porque prioriza a ultranza la democratización del club a su venta -aunque sea responsable, sólida y fidedigna-, lo que confiere a todo el entramado un guion menos funcional de lo que otrora proyectaron aquellas diapositivas. Y por último, en grado de tentativa porque por más arrestos volitivos que echen al fogón, la angostura domeña y merma su radio de acción hasta el punto de encorsetar su grueso vertebral, la antesala de un ‘quise y no pude’.

Presente en estas parrafadas un declarado fan de las líneas maestras de la vanguardista arquitectura que propone la actual directiva del Valencia, con trazas ajenas de estereotipos casposos que olían a ropa vieja. Primero de la lista en dar asenso al proyecto y a su mayoría de ideales, donde se hallan representados esos cambios tan cacareados desde nuestros humildes rincones valencianistas, nuestros micros liberales.

Posicionadas las cartucheras, sin circunloquios, la sofisticada hoja de ruta GloVAL es el último eslabón de la cadena de mando de la empresa -que ya no club- Valencia Club de Fútbol S.A.D, sufragáneo de otros entes sobre los que ya flamea la sombra de una prescrita panacea oriunda de Bruselas. Lo cual se traduciría en un desbloqueo taxativo de la puerta de entrada a compradores que desaten el nudo gordiano y habiliten la capacidad resolutiva en la faceta económico-financiera de las empeñadas entidad y fundación valencianistas. Podemos pintarlo de policromía sensitiva, incluso un murciélago de tamaña dimensión que enmascare un horizonte desasosegante, pero el río ya baja caudaloso, impasible y con tal fuerza que, de abrirse la presa, emana la amenaza de anegar el proyecto mejor costureado en años. Ahora el déficit de gasolina da para arrancar el motor, darse un garbeo luciendo tipazo y de vuelta al garaje no vaya a calarse. Está maniatado. Es así.

Sin querer extenderme en las labores positivas consumadas hasta hoy por la nueva regencia, que son muchas y variopintas, destaca la incorporación de primeros espadas en determinadas materias, el desarrollo de una estrategia social más sugerente, la exquisitez y tesón en hacer y prevalecer valencianismo, la imagen coetánea que reflecta y la pertinacia en buscarse las habichuelas para que no se desmorone este castillo de naipes. Cierto que estaba embastada la refinanciación de marras con Bankia -aval mediante-, pero el runrún embargante sobrevuela el tejado del Palau de la Generalitat como afilador y sus navajas. Sería -siempre hipotéticamente hablando- el punto de inflexión discordante que rompería el armisticio del embrollo cuatripartito, con el consiguiente tambaleo de la peana del proyecto Aureliosalvista. El cual, ya de por sí, está cogido con pinzas, donde la Fundación continúa el legado de Társilo Piles, sin recursos propios que le generen suficiente liquidez para cubrir siquiera los intereses derivados del préstamo.

Por todo lo expuesto, y no siendo responsables del estado en que han recibido sendas bicocas -sí concomitantes de su porfiada intransigencia a valorar opciones de venta, disposición que no les compete en términos prácticos-, la admisión de inversionistas se presume como el único efugio para eludir la guillotina inmediata y progresar la fase mediata del plan de viabilidad económica-deportiva. Mi utopía personal estaría encarnada por el concepto GloVAL amparado por una tesorería boyante.

A expensas de saber si tal divagación es factible algún día, el reloj nos marca que ha entrado savia nueva en los cimientos del Valencia CF, pero infecunda a corto plazo. Susto o muerte. O vida, en alguna cueva latente esperando su momento.

 

Mario Selma (@VCF_Blog)

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