Neville

Se acabó la paciencia

2  meses y 3 tres días hace que la afición valencianista no celebra una victoria de su equipo en el campeonato nacional de liga. 64 días en los que han acaecido demasiadas cosas como para imaginar que todo sigue igual, pero la realidad es muy distinta: casi nada ha cambiado. Tan solo una cosa ha variado con respecto a hace unas semanas: la distancia con el objetivo esencial en lo deportivo del proyecto de Meriton (la cuarta plaza) es ahora una meta utópica, casi inalcanzable salvo un giro del guión, un giro tan inesperado como poco probable si atendemos a la involución del equipo en las últimas fechas.

Desde la salida de Nuno la plantilla sigue sumergida en una profunda crisis deportiva de la que no ha sabido salir ni con cambio de entrenador de por medio. El portugués dejó una plantilla hundida, inestable, desequilibrada y sin experiencia, y ninguno de esos problemas han variado más de ocho semanas después. La defensa sigue siendo débil, frágil y presenta dudas casi en cada acción ofensiva del rival. Jaume ha evitado más de un ridículo en la presente campaña. En el centro del campo la poca fluidez y la falta de recursos son la tónica en cada encuentro. Y en ataque algunos destellos de Alcácer, los buenos momentos de Cancelo y el triplete de Negredo en Copa son los únicos instantes que merece la pena destacar entre tantas decepciones y tantos errores incomprensibles para jugadores que han costado varias decenas de millones de euros.

Hace falta un cambio radical. Un cambio que ahora ya solo se puede entender con fichajes, puesto que el cambio en el banquillo ya se ha producido. Neville, que llegó sin experiencia alguna y avalado únicamente por su gran labor como comentarista, se ha empeñado en afirmar que no hace falta reforzar la plantilla, pero se está topando con una realidad que le va a obligar a variar su discurso si no quiere caer en una situación tan inestable como la de su predecesor.

Pero no debería ser Neville ni tan siquiera Peter Lim los que decidieran qué fichajes hacen falta y qué salidas son innegociables, y es que para esa labor un director deportivo sería la pieza clave de la ecuación. En el club, por desgracia,  ese puesto está tan hueco como las esperanzas de una afición cansada ya de tantas desilusiones y de fichajes que no están a la altura del escudo que defienden.

Peter Lim debe dejar de tener paciencia, ha de reaccionar de inmediato y coger las riendas de su proyecto, más a la deriva que nunca. Nombrar un director deportivo, planificar con urgencia una revolución “a lo Rufete” de la plantilla ilusionando de nuevo a la parroquia de Mestalla son las vías más rápidas para enderezar el timón del barco valencianista.

Todavía queda mucha temporada por delante como para seguir esperando a que pasen los encuentros y que crezca la desesperación en todos los estamentos del club. Hacer un buen papel en Copa y en la Uefa Europa League podría salvar una temporada muy oscura hasta la fecha, pero para ello debe producirse un cambio desde ya. Un cambio que debe surgir desde la figura del máximo mandatario alejándose del talante inmóvil y paciente de las últimas semanas. Un cambio que la afición y el propio club necesitan con urgencia para volver a creer, para volver a soñar.

Jesús Ferri

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