Se fue la leyenda: fallece Alfredo di Stefano

El exfutbolista y exentrenador hispano argentino Alfredo Di Stéfano ha fallecido este lunes, a los 88 años, debido a las secuelas de la parada cardiorrespiratoria sufrida el pasado sábado, con lo que deja huérfano al Real Madrid de su Presidente de Honor y del que fue su técnico, pero sobre todo del mejor jugador de todos los tiempos del nombrado ‘Mejor Club del siglo XX’ por la FIFA.

Cuando Pelé dice de ti que has sido «el más grande», cuando Diego Armando Maradona sentencia que tú junto a Messi y a él sois «los mejores de la historia», cuando Johan Cruyff destaca que en toda su vida solo ha tenido «un ídolo» y ese has sido tú, cuando Zinedine Zidane el día de su presentación resalta que «es un orgullo vestir la camiseta del Real Madrid» porque fuiste tú quien un día la llevó o cuando Lionel Messi sueña con tener algún día en su palmarés «todos los títulos» que ganaste, pocas cosas más se pueden añadir sobre tu figura.

Esa es la carta de presentación de Alfredo Di Stéfano Laulhé, apodado la ‘Saeta Rubia’ y la huella que ha dejado en el mundo del fútbol el eterno ‘9’ madridista. Di Stéfano fue un pionero. El primer ‘grande’ de la historia del balompié, el precursor de esa figura que a posteriori se ha dado en llamar ‘todocampista’ y el único jugador hasta la fecha capaz de marcar en cinco finales de la Copa de Europa.

Además el hispano argentino fue integrante de dos de las mejores delanteras de la historia del fútbol, dos ataques recordados por todos los amantes del deporte rey. En el primero no fue protagonista, pero consiguió hacerse un hueco en el extremo de ese equipo apodado ‘La Maquina’ en la década de 1940. Era el River Plate de Muñoz, Moreno, Labruna, Loustau y Pedernera –del que Di Stéfano siempre decía que era el mejor con el que jugó–.

En el segundo, la Saeta Rubia fue la estrella. Era el ataque formado por él, Kopa, Puskas, Gento y Rial en el Real Madrid de la segunda mitad de los años 50 y principios de los 60. El equipo que hizo del club blanco una leyenda en el viejo continente. Entre los cinco suman 22 Copas de Europa, todas ellas con el club merengue, aunque se da la casualidad de que tan solo estuvieron juntos dos temporadas.

Balón de Oro en los años 1957 y 1959 y Súper Balón de Oro en 1989, como reconocimiento a su carrera. El día que la FIFA le entregó al Real Madrid el galardón como ‘Mejor Club del siglo XX’ en diciembre del año 2000, el por entonces Presidente de Honor de la entidad madridista fue el encargado de recogerlo. Era lo suyo, nadie había hecho tanto por ese galardón como él.

PEGADO AL BALÓN DESDE MUY JOVEN.

Nacido un 4 de julio de 1926 en Buenos Aires, en el seno de una familia de clase medio-baja, Alfredo Di Stéfano Laulhé vivió una infancia dura en la que el fútbol le sirvió como vía de escape. A los 12 años se unió a su primer equipo, Los Cardenales.

Con 15 años llegó a las categorías inferiores de River Plate, donde se formó y de donde salió cedido a Huracán para volver y ser uno de los referentes del equipo de ‘La Banda’. Pero una huelga del fútbol argentino hizo que el jugador se marchase a Millonarios de Bogotá. Allí jugó entre 1949 y 1953 y todavía hoy sigue siendo el segundo máximo goleador histórico del equipo. Por entonces Colombia estaba al margen de la FIFA, por lo que los clubes del país se financiaban con giras por otros países.

En una de esas giras, Millonarios viajó a España y se enfrentó a varios clubes, entre ellos el Real Madrid. Al ver jugar a Di Stefano, el presidente del Real Madrid Santiago Bernabéu quedó prendado y ordenó a su hombre de confianza, Raimundo Saporta, que hiciese todo lo posible por ficharle. Fue la primera vez que las dos figuras más importantes del siglo XX del club de Chamartín coincidieron.

Ahí llegó una de las polémicas más recordadas entre FC Barcelona y Real Madrid. Los catalanes ya se habían fijado en Di Stefano y llegaron a un acuerdo con River Plate, dueño de los derechos FIFA del jugador –que llegó a ponerse la elástica culé–. Mientras el Madrid acordó con Millonarios el pase. La situación se enconó y hubo de intervenir la Delegación de Deportes del Gobierno de Francisco Franco. La decisión que se tomó, vestir dos años la zamarra blanca y después dos años la blaugrana, no sentó bien al Barcelona, que se sintió afrentado y se desentendió del jugador.

ÉPOCA DORADA EN EL REAL MADRID.

Cuando la Saeta Rubia llegó a Chamartín en 1953 el club blanco llevaba 21 años sin ganar la Liga y en ese tiempo tan solo se había alzado con 4 Copas. 11 años después, al dejar el equipo, los madridistas eran considerados el mejor club del viejo continente. Durante sus años en la institución, siempre bajo la presidencia de Bernabéu, ganó cinco Copas de Europa, siete Ligas, una Copa Intercontinental, una Copa del Generalisimo y dos Copas Latinas. Cambió de manera decisiva la historia de un club que hasta su llegada vagaba sin rumbo.

No hay aficionado madridista que hoy, 50 años después de su marcha, no conozca la figura de la Saeta Rubia, que no sepa que era un jugador sin posición fija, que bajaba a recibir el balón a su área para comenzar la jugada y al momento aparecía en el área rival para definir. Pero por encima de todo destaca el idilio que mantuvo el ‘9’ con Europa y que es conocido por todo seguidor blanco.

En la Copa de Europa, creada por iniciativa de Santiago Bernabéu en la temporada 1956-57, el Real Madrid ganó al Stade Reims ese primer año. A partir de ahí y de forma consecutiva cayeron Fiorentina, Milan, de nuevo Stade Reims y Eintracht de Frankfurt. Esta última victoria le permitió disputar y ganar la Copa Intercontinental ante el Peñarol uruguayo. En todos esos partidos, incluyendo la Intercontinental, la Saeta anotó al menos un gol

En 1964 abandonó el club de su vida. Tenía 38 años y su salida no fue todo lo buena que hubiera merecido. Su fuerte carácter le llevó a no querer seguir en el club de Chamartín en otro rol que no fuera el de futbolista y a pesar de su edad, Di Stéfano decidió marcharse al Espanyol para continuar su romance con el balón dos años más.

Por aquel entonces el futbolista había sufrido uno de los mayores trances de su vida. En agosto de 1963 fue secuestrado en Caracas durante dos días. El altercado termino bien felizmente.

Fue internacional en 31 ocasiones con España –ya lo había sido anteriormente 6 veces con Argentina–, pero nunca pudo disputar un Mundial, algo que una figura de su nivel no merecía. El infortunio en forma de lesión antes de Chile 1962 le alejó de ese sueño.

SIEMPRE LIGADO AL ESFÉRICO.

Una vez retirado de la práctica del fútbol pasó a los banquillos donde dirigió a innumerables equipos en España, Argentina y Portugal y donde consiguió hacer campeón de liga a Boca Juniors y River Plate en Argentina y al Valencia en España, club con el que también ganó la Recopa. Además de añadir una Supercopa de España a las vitrinas del Real Madrid.

Di Stéfano siempre hizo gala de un carácter fuerte y a la vez bromista e irónico. Para la posteridad quedarán frases como «No le pido que pare los balones que vayan dentro, basta con que no meta los que van fuera», dirigiéndose a su portero cuando era técnico valencianista, o «Meter goles es como hacer el amor, todo el mundo sabe cómo se hace, pero ninguno lo hace como yo».

En el año 2000 el Presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, le nombró Presidente de Honor del club blanco. Cargo que ocupó hasta el día de su fallecimiento. Ese mismo año publicó su autobiografía titulada ‘Gracias Vieja’, en referencia a su gran amor: la pelota.

Ahora la Saeta Rubia se marcha, pero quedará para siempre su leyenda. Su figura perdurará en el fútbol, servirá como ejemplo. Él desde arriba estará observando. Agarrada a una mano Sara, su mujer de toda la vida, en la otra un balón. A sus pies el césped, el lugar donde más cómodo se sintió.

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