Simplemente fútbol, sin más

El fútbol es como la vida. O la vida es como el fútbol ¡Qué mas da! Todo lleva su tiempo, su espacio, su momento. Uno nace sin recursos, con un millón de dependencias. El día a día te hace liberarte. Y no se pueden saltar ni etapas, ni momentos, ni alegrías, ni llantos. Todo llega porque tiene que llegar.

El Valencia es un equipo que vive en una convulsión tremenda desde hace muchos años. Nunca hay paz, ni en lo social y muy difícil en lo deportivo. Lo social hoy lo aparto porque se trata de un tema que ya cansa. Y porque, además, se ha instaurado una corriente que me da mucho miedo para los aficionados y, lo que es peor, para los periodistas: “O eres de los míos o eres un traidor”. Sin más, así de claro. Y en esa guerra no creo que me encuentren.

Pero en lo deportivo se empieza a ver un poquito de luz al final del túnel. No era difícil hacerlo, pero tampoco sencillo. Se ha reaccionado: un pelín tarde, pero se ha reaccionado. Y el equipo empieza a dar sus primeros pasos. Los más fáciles: primero un pie y luego el otro.

Pizzi ha sido listo, come lo fue Valverde hasta esa locura que le poseyó en sus últimas horas como técnico valencianista. “Hagamos aquello que dominamos”. Sin estridencias, sin arriesgar. Colocados sobre el campo y con poco desbarajuste. Eso si, con carácter, con orgullo, con dignidad. En pocas palabras, con profesionalidad. La pasión marca la diferencia de lo bueno a lo inigualable en la vida. Y este equipo es normalito, pero viendo el nivel del resto de clubes se puede pelear por cosas. Desde la intensidad, desde la madurez. Se puede perder siempre y cuando te lo hayas dejado todo. Muchas veces no puedes pelear contra molinos de viento.

Y Pizzi ha dado pausa, calma. Se ha dedicado a entrenar y ha dejado de lado el espectáculo que adorna el fútbol. Nada de giras inútiles por los medios de comunicación, nada de titulares agresivos. Calma, diálogo y horas de césped. No sé lo que durará o si será suficiente, pero en este momento ilusiona a una afición harta de desmanes y de provocaciones. Ha defendido a sus jugadores y sabe que debe morir por ellos.

El camino no es fácil, es duro y largo como la vida. Y al final de ella volvemos a depender, igual que al principio, de muchas cosas. Pero por el camino está lo vivido, lo sentido y lo recordado. Ojala ese sea el tiempo que viva el Valencia ahora. Un tiempo de juventud vital y soñadora. Que el fútbol debe ser una válvula de ilusión, no otra pelea contra el drama y el dolor.

 

Carlos Egea (@cegeavivo)

Periodista NOU Radio

 

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