Tramposos e indignos

Es tanta la golfería que ya nada nos llama la atención. Triste, sin duda. Ninguna ‘chorizada’ o escándalo nos sonroja. Es duro. pero este país -y hablo de deporte, porque lo ‘otro’ es mucho peor- asumió hace tiempo las trampas y las ilegalidades como moneda de cambio. Como una forma más o menos normal de hacer las cosas.

Este artículo lo escribí el día que Madrid no recibió los Juegos del 2020, pero era muy tópico y pensé que el tiempo me daría la oportunidad de volver a escribir de esto. Y así ha sido, porque cada historia es mucho peor que la anterior.

Un país que aplaude a los que defraudan a Hacienda al grito de «¡presidente, presidente!» cuando van a declarar. Un pueblo que elimina las pruebas físicas de una caterva de irregularidades y trampas como las bolsas de sangre de la Operación Puerto no merece ni unos Juegos Florales. Es más, merece ser duramente sancionado casi a perpetuidad.

Pero mi asombro más absoluto llega cuando no somos capaces de sancionar a supuestos atletas para olímpicos que solo tenían una minusvalía y era la de no ser dignos, por cierto la peor de todas. Esto ya es un ataque a la norma más profunda a los valores más íntimos a la gente más honrada y profesional.

Todo vale. En este país todo vale. No debería ser así, pero todo vale.

Hemos creado una cultura basada en el trapicheo, en la que si no delinques no eres bueno, en algo que se parece mas a la Mafia que a otra cosa. Y en la que, por desgracia, nos movemos con una soltura tremenda.

Los partidos de fútbol están bajo sospecha muchas veces, los deportistas también, los árbitros ni te digo -nacieron bajo sospecha-.  ¿Y muchos periodistas? Para qué hablar… La mayoría son siervos de un club o del poder existente y su única independencia esta en la forma de recoger los frutos obtenidos por no decir nunca la verdad o, lo que es peor, por contar ‘su’ verdad.

Clubes endeudados hasta decir basta, que siguen fichando y gastando sin rubor, ligas profesionales vendidas a los grandes, competiciones adulteradas y lo peor, seguidores defraudados y un poco hartos.

Y luego, repito, nos estremecemos cuando una candidatura olímpica no pasa ni el primer examen básico. Repito: si optáramos a los Juegos Florales caeríamos eliminados. No por belleza y dedicación, sino porque posiblemente antes de empezar ya los habríamos vendido. A más de uno claro.

 

Carlos Egea (@cegeavivo)

Periodista NOU Radio

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