Un califa llamado Salvo

El califa todopoderoso dirige con mano de hierro su reino, lidera a sus huestes con orgullo y sobre todo mucha responsabilidad, sabedor de la trascendencia que adquieren sus decisiones. No se permiten desviaciones del camino, so pena de destierro hacia tierras valencianas. El “a por el infiel” es el grito que más se oye entre los moradores de los dominios del califa.

Y resulta que antes de una crucial batalla, antes de una cita decisiva para la conquista de territorios, al califa le informan de que uno de sus hombres de confianza se ha pasado al enemigo, ha renegado de sus hermanos y las influencias del cristianismo han hecho mella en él. Ha habido otras espantadas o amagos de deserciones en el pasado, pero en esta ocasión el ‘infiel’ se ha pasado tocando a los ‘pelotas’.

En el hogar del califa esa es una traición imperdonable, castigada con la pena de muerte previa humillación pública en la plaza mayor. Los códigos de fidelidad hace tiempo que son innegociables en el Valencia de Salvo, y éste disfruta ejerciendo su poder ante la aprobación de su guardia de confianza.

La noche de la traición fue movidita, y el amanecer en los salones de palacio estuvo marcado por los corrillos y por una sensación generalizada: alivio y satisfacción por el trabajo bien hecho. Lo comentaron el califa, su mano derecha en palacio y su general en el campo de batalla, pero también varios soldados rasos, que no demostraban tener demasiada ansiedad antes de la batalla nocturna. El falso morisco estaba ya cazado y señalado, repudiado por todos sus hermanos de religión, y era el momento ideal para que el líder luciese con orgullo sus galones de comandante en jefe. No se trataba de ‘pelotas’ en su reino, sino de ‘pelotas’ a la hora de visitar el campo de batalla.

Como habrán podido adivinar, estos protagonistas no son otros que Amadeo Salvo, Braulio Vázquez, Miroslav Djukic y especialmente Rami, el hombre señalado por todos en una jornada muy movidita en la concentración valencianista en Granada.

En tierra de califas, Salvo se destapó como un digno heredero de esta larga tradición de reyes musulmanes, engrandeciendo aún más su figura y acumulando todavía más poder en el imaginario valencianista. Sus pulsos, desde Soldado pasando por Guaita y llegando a Rami, todos ellos los ha aprobado con nota, consolidando su papel de ídolo ante las masas.

Es algo que no quiso perderse ni tan siquiera el capitán Ricardo Costa,  uno de los supuestos ‘pelotas’ acusado por el desterrado Rami, que dio toda una lección de otro tipo de ‘pelotas’ al presentarse en el palco del Nuevo Los Cármenes tras entrenar por la mañana en Paterna. Hoy en día mola mucho estar al lado del califa Salvo, y sus soldados en el campo de batalla, los fieles de verdad, son conscientes de ellas.

Los que no profesan su misma fe, también la de Djukic, no tienen cabida en el proyecto, y curiosamente fue en la tierra de los califas cuando quedó más claro que nunca que existe el destierro, que los califas han vuelto, y que un tal Amadeo Salvo ya sabe como hacer funcionar al club lejos de los terrenos de juego. En los jardines de palacio ya no se cuchichea por las esquinas, el poder se ejerce en público y desde hace unas horas, todos duermen mucho más tranquilos y felices con victorias fuera y dentro del tablero de ajedrez.

Ir arriba