Un Valencia ‘en obras’

Bilbao es fútbol desde una hora antes de entrar, desde que el paisaje y el clima le dan la bienvenida al forastero. Ambiente inglés, a ratos sol y a ratos lluvia, pero una mística y amor por el Athletic que emana desde cada esquina de la ciudad. ¿Y donde estará el nuevo San Mamés?, o ¿impresionará mucho ver el solar en el que ha quedado reducido el antiguo recinto? Todas son preguntas que vienen a la cabeza cuando uno pisa esta ciudad, en la que cae mucha agua pero por la que fluye sangre rojiblanca.

Y la nueva casa del Athletic de Bilbao es todo lo que promete, o más bien casi todo, porque el fondo que falta por construir no es fácil de disimular, por más que las vistas de la ciudad vasca sean increíbles.

Pisar los aledaños es empaparse de historia, de algunos de los mejores momentos del fútbol español. Mezclarse con los aficionados que aguantan la espera en las tabernas engalanadas con su pertinente bandera del Athletic, con las generaciones de familias bilbaínas que acuden al fútbol como el que acude a misa los domingos, con la liturgia y el respeto que merece un templo del fútbol mundial. Aunque esté por acabar, aunque todavía no luzca en todo su esplendor. Ni falta que hace.

Lo mismo que le ocurre al Valencia de Miroslav Djukic, capaz de sobrevivir a uno de los ambientes más calientes del mundo, a una ‘caldera’que por momentos es capaz de resucitar a un moribundo equipo local, y meter en un torbellino de emociones a los rivales. La acústica del nuevo San Mamés es especial, y los arreones de una grada que celebra como un gol cada saque de esquina recuerdan al fútbol inglés, como este estadio, un clon del Emirates Stadium del Arsenal.

Da miedo pensar en lo que podrán conseguir afición y equipo rojiblanco cuando esté acabado y bien cerradito, pero de momento los primeros puntos volaron por culpa de un Valencia corajudo, simbolizado en un Banega que además de marcar el gol se encaró tras el pitido final con Gurpegui, otro tipo duro. Carácter y amor por este deporte, valores que exige la Catedral a cualquier jugador que pise su césped.

Es como el respeto que hay que tener cuando se pisa un lugar sagrado, donde esta noche un buen Valencia tomó la ‘confirmación’ contra el primer rival serio tras el renacimiento. El bautismo fue contra el Sevilla, y  la comunión contra el Granada, hoy el Valencia de Djukic se hizo mayor en el mejor lugar posible. Tiene el visto bueno de la entendida afición del Athletic, tiene la aprobación de la ‘Catedral’, que da igual si es vieja o nueva, está justo al lado de la anterior y los dioses del fútbol apenas han tenido que mudarse unos metros.

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