Verano caliente

Resulta innegable que se ha ganado a pulso las vacaciones, pero también da la sensación de que opta por aislarse del mundanal ruido de forma deliberada. La incertidumbre sobre su futuro aboca a un pulso entre el club y los posibles aspirantes a su fichaje. Amadeo Salvo lo ha dejado muy claro: quién quiera al delantero que pague su clausula, el Valencia no negocia.  Las palabras del presidente son un mensaje a navegantes.  

David Albelda también se ha expresado con claridad meridiana: no quiere despedidas ni homenajes. Creo que se equivoca. Su rechazo a aceptar ese final como valencianista denota falta de miras. La institución está muy por encima de las personas. Se le brinda una oportunidad de salir por la puerta grande, algo que no todos los jugadores, desgraciadamente, han podido decir cuando han abandonado el club.

Se entiende su descontento, pero debería recapacitar en frío y elevarse sobre rencillas y afrentas anteriores. Después de lo sufrido en su día, Albelda demostró una enorme capacidad de recuperación que le permitió ganarse el reconocimiento casi general. Sus irreductibles detractores han encontrado ahora otro filón para explotar.

De momento, vivimos un verano sin agobios calurosos. Ya veremos hasta cuándo. Hace más o menos un año, vibramos con la goleada ante Italia en la final de la Eurocopa mientras nos llovían las cenizas de los devastadores incendios de Los Serranos. Aquel desastre nos encogió el alma y amargó el triunfo de Kiev. La alegría no pudo ser completa. Al día siguiente ya no hacían gracia las parodias de Reina ni los excesos de Piqué. En ocasiones, el fútbol no es tan importante como parece.

El “Maracanazo” del domingo se asimiló con estoicismo pero acompañados de una agradable brisa más. La temperatura  ideal para recibir un repaso considerable y una advertencia de cara al futuro. El aviso está lanzado y hay tiempo por delante para obtener conclusiones y proceder a revisar algunas cuestiones que parecían innegociables hasta hace unas semanas. Mejor ahora, a un año vista del regreso al país que no tolera que nadie ponga en duda su reinado futbolístico.  

La lección para el Mundial 2014 exige una profunda reflexión de los actuales campeones. El reto de repetir la conquista obliga a aplicarse. Sólo Brasil ha sido capaz en tiempos modernos de sumar dos títulos: el de Suecia 58 y Chile 62. El reto está servido para la selección española que acudirá a la cita con una dolorosa espina clavada en su orgullo. Mejor así.

 

Paco Lloret

Periodista

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