La solución no es más dinero

 

Desde luego es el recurso más sencillo, pero ni es el más acertado y, desde luego, dista mucho de ser el más conveniente. Sin embargo, hay una tendencia, sobre todo en el Sector Público, pero también en el privado, para reclamar mayores dotaciones presupuestarias cuando algo no funciona o funciona mal. El error no puede ser mayor.

 

Las causas del mal funcionamiento de una entidad o de una función productiva, son varias y de características bien diferentes. Algo no funciona, por ejemplo, cuando la incompetencia de quien debe de hacerla funcionar es notoria. Puede ser el directivo responsable de la función, aunque englobamos en él, también, a aquel que ejecuta directamente el trabajo –es decir el empleado o trabajador–.

 

Unos y otros, los incapaces para un trabajo serio, productivo y solvente, seguramente han rechazado, las posibilidades de una mejor formación y educación, porque su único objetivo es el salario monetario, rechazando el salario en especie que supone el coste empresarial de la formación y capacitación.

 

En ocasiones, la ineficiencia productiva proviene de una falta de organización que, muchas veces, viene acompañada de una congestión de los recursos productivos; por lo que, añadir más recursos en semejante situación, lejos de mejorar la productividad, la empeoran aumentando la congestión y reduciéndose la eficiencia productiva.

 

¿Por qué hay sectores, como el educativo que, cuanto más recursos se les dedican, menor es la eficacia en su resultado? La educación en España, se considera la cenicienta de las funciones públicas, por lo que la reivindicación es unánime: reclamar más recursos para atender las necesidades del sector. Contrariamente, los españoles que alcanzaron el Nóbel, vivieron en la precariedad académica casi absoluta.

 

El error está en que, en la educación, el recurso fundamental para su producción es el humano, teniendo mínima importancia el capital físico. Un capital humano que se califica por su competencia –conocimiento–, por su vocación y por su compromiso social, para hacer del alumno un “YO” al que dedicarle toda atención y todo esfuerzo.

 

¿Están estas notas –conocimiento, vocación, compromiso…–, garantizadas en el actual sistema educativo? Si no lo están, ¿para qué más dinero? El resultado no será otro, como muestra el estudio de la OCDE “Panorama de la Educación 2013”, que el fracaso del sistema, ocupando España los últimos puestos, de entre los miembros de la Organización.

 

 

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