Bravo, doña Gabriela

3.577 personas deciden el futuro de Cataluña

Si esto es democracia popular, que venga Dios y lo vea. Una minoría de catalanes decide el futuro de su autonomía. 3.577 personas deciden el futuro de Cataluña en una asamblea de la CUP. La verdad, es para hacérselo mirar. Lo raro a estas alturas es que, debido a su marcada ideología, si quiera se estén planteando aún si apoyar o no a Artur Mas. Destacados líderes de la formación han repetido por activa y por pasiva que jamás investirían al President de la Generalitat de Cataluña. Antonio Baños, Benet Salellas o Anna Gabriel han expresado públicamente, en reiteradas ocasiones, su rechazo a una investidura de Mas. Sin embargo, ya finiquitando el año, arman una convocatoria para dar sensación de democracia interna, para que los burgueses queden contentos. Una democracia interna que asume el riesgo de fraccionar la externa, la que representa la voluntad del pueblo de Cataluña.

El delfín de Jordi Pujol, por tanto, se aferra a un repentino cambio de la voluntad de un puñado de personas que ni si quiera son sus votantes, ni nada que se les parezca. La CUP no es más que una coalición que aglutina diversos agentes del asociacionismo de corte anarquista, independentista y antisistema de Cataluña. Como arma electoral es superado por Convergència por el ala derecha y por ERC por la izquierda, pero aún así consigue una considerable presencia en forma de sillones parlamentarios. Bancada siempre a merced de una militancia de la cual dependerá si habemus o no President. Cataluña pende de los activistas de la CUP como aquello que pende de un fino hilo.

Todo parece indicar que no habrá acuerdo de investidura. Sin embargo, aquel gag de David Fernández y Artur Mas fundiéndose en un sentimental abrazo, como el que forja la reconciliación del patronazgo y la clase obrera de Cataluña por una buena causa, tras el polémico referéndum de 2014, deja espacio para que pueda producirse la sorpresa.

 

 

 

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