Bravo, doña Gabriela

Bergoglio lanza un mensaje claro y contundente: hay que ayudar a los refugiados

Bergoglio lanza un mensaje claro y contundente: hay que ayudar a los refugiados. El Papa Francisco, que, a día de hoy, se sigue presentando personalmente como Jorge Bergoglio cuando intentan contactar con Su Santidad vía telefónica -atiende una a una y de manera manual el máximo de llamadas posibles al día- lanzó en la reciente misa de la Vigilia Pascual un mensaje claro y contundente: hay que ayudar a los refugiados. Una proclama prácticamente reproducible en forma de epístola, que sumó a la comunidad cristiana en las oraciones, ruegos y peticiones de esta Semana Santa -que ya cerramos- al clamor y el sentir de la ciudadanía mundial.

No se trata de negociar con personas, ni que los seres humanos nos convirtamos en moneda de cambio. Más bien se trata de respetar y hacer efectivo los derechos, si cabe y haciéndonos valer de una expresión incorrecta a la par que válida, “más” fundamentales que existen. Aquellos derechos que portamos de manera inherte en el momento de nacer por el simple hecho de ser personas: los derechos humanos.

No se puede ser cristiano y justificar el tratamiento inhumano a las personas que buscan asilo y refugio en nuestro amado y vanagloriado Occidente. El Papa Francisco lo sabe y guía a su rebaño desde esa sabiduría. El cristianismo, por definición y fundamentación, es contracultura y oposición a la injusticia.

Pablo de Tarso no dejó su condición de perseguidor y pasó a ser perseguido para propagar una Iglesia que deje actuar a los injustos y a los fariseos del siglo XXI, que comercian a las puertas del templo, ya no con la idolatría desmesurada, sino con las personas. Cientos y cientos de judíos convertidos a la luz de Cristo no se jugaron la vida para que ahora la familia de Dios de la espalda al problema humanitario de los refugiados sirios.

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