Bravo, doña Gabriela

Convocar nuevas elecciones: absurdo

Convocar nuevas elecciones: absurdo. Nos enfrentamos a una gran paradoja. El panorama de pactos de gobierno se encuentra en un punto de no retorno, como todo parece indicar. El pacto Ciudadanos-PSOE demuestra que hay lugar para el entendimiento, pero a la vez dificulta un acuerdo mayor en cuanto a número de apoyos, que posibilite una investidura en la primera sesión del día de mañana. Parece poco probable, por no decir imposible, que Podemos o PP se abstengan para facilitar un gobierno, sin obtener la cuota de poder que reclaman: el Ejecutivo en su totalidad, en el caso de los populares y «casi» la totalidad del Ejecutivo, por lo menos lo más estratégico, en el caso de Podemos.

Si los partidos no llegan a entendimiento, habrán nuevas elecciones. Así deberá ser. Pero es totalmente es absurdo, ya que los ciudadanos ya votamos el pasado diciembre. Una votación que sirvió para facilitar unos datos que reflejan la voluntad de representación de la ciudadanía. Con esas cifras, los representantes tienen la obligación de conformar una estructura de gobierno. Pero repetir unas elecciones es una bofetada de los representantes a los representados, diciendo que lo que hemos votado no vale y que, ya que no han sido capaces de cambiar, interpretando la nueva realidad política de nuestro país y sus ansias de consenso, debemos ser los ciudadanos los que cambiemos de parecer. «Señores y señoras, ustedes votaron lo que quisieron, pero como no nos vale, por favor, quieran una cosa distinta y, si puede ser, más clara», es una verdadera locura, por no hablar de vergüenza y desvergonzados.

Mientras tanto, la militancia socialista ha refrendado el inútil acuerdo con Ciudadanos, no tanto por su contenido como por una razón de aritmética básica. Un acuerdo que el PSOE vende hacia sus bases como progresista y reformista. El 50% de los afiliados socialistas le da un portazo en la cara momentáneo a Susana Díaz.

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