En apenas cincuenta días de gobierno del nuevo Consell afortunadamente vemos recuperado un adjetivo, en concreto un gentilicio (los adjetivos que denotan la procedencia geográfica), que la anterior administración en estos últimos veinte años, había hecho caer en desuso, en desgracia… Nos referimos al adjetivo que denomina a los naturales (personas o cosas) del antiguo Reino de Valencia, actual comunidad autónoma: valenciano. Como si fuera pecado o delito utilizarlo, cuando su existencia se remonta a la fundación de la ciudad romana de Valentia y a los sucesivos reinos visigodo, árabe o cristiano con Jaime I. De normal se utilizaba la perífrasis: “los ciudadanos de la Comunitat” para referirse a los valencianos, cuando no peores. Todo por no utilizar el que nos ha hecho conocidos en el Mediterráneo y fuera de él, nuestro gentilicio natural: valencianos. Un uso tan lamentable como aquellos que utilizan lo de “la nostra llengua” para referirse al nombre de nuestra lengua, el valenciano, como si detrás de esa perversión léxica hubiera algo más.
Claro está que esta substitución era una cosa premeditada. Más allá de las guerras internas y sus varones del norte o del sur que pudiera tener el partido que sustentaba al anterior gobierno, la no utilización de nuestro gentilicio nos dañaba como pueblo al despersonalizarnos. El foráneo, perplejo, acaba también usando las mismas horribles fórmulas, y así se debilitaba un nombre común que ya se podría afirmar que es propio.
Se decía que los de Castellón o Alicante se podían molestar. ¿Molestarse de qué?, ellos son alicantinos y valencianos o castellonenses y valencianos. Si se referían a la provincia de Alicante o la de Castellón, ahí sí que estaba el mal, porque como ya hemos dicho en más de una ocasión, los de Alcoy son alcoyanos y valencianos, porque llamarlos alicantinos, además de ser una “modenor” (recordemos la corta vida de las provincias, su etimología -vencidos- y su fin -dividir para vencer-), no tiene ningún sentido, ni tradición. En estos debates algunos intentan escaparse aduciendo el supuesto problema de que coincide el nombre de la ciudad y de la comunidad autónoma, ¡como si eso fuera un problema para monegascos, luxemburgueses o mexicanos! Así que bienvenido el gentilicio adjetivo “valenciano” que nunca debió desaparecer del uso normal de nuestra Generalitat, la valenciana, claro.