Bravo, doña Gabriela

EDITORIAL 20D, La suerte está echada

20D, la suerte está echada. Tras la jornada de reflexión en la que partidos políticos y sociedad civil se dieron una tregua propagandística, los valencianos iremos a votar y tendremos que hacerlo con los tres ingredientes necesarios: libertad, cordura y convicción. Eso último brillará por su ausencia en más de un sujeto político. En esos zoon politikon que, de manera indecisa e inexacta, acabarán por decidirlo todo a pie de urna. Previsiblemente, esos votantes entregarán su confianza a los llamados partidos emergentes, que de emergentes tienen poco o nada. Unos por haberlo intentado en 2006 bajo las mismas siglas, en su proyecto europeo, otros por haber fracasado una y otra vez bajo siglas que acabaron por absorber.

Otros tantos, convencidos de apostar por Iglesias o Rivera, acabarán reculando y entregando el voto a los tradicionales, pensando aquello del «más vale malo conocido que bueno por conocer». Y lo harán, a pesar de que aún quede por demostrar el grado de bondad en el que los que se hacen llamar «nuevos» superan a los que detestan que les llamen «viejos».

Un tercer grupo destinará su voto a su partido de siempre, sea Partido Popular, Partido Socialista Obrero Español o Izquierda Unida. O a UPyD, que no podemos adscribir por definición al grupo de los tradicionales, pero que también advierte que «siguen en pie», a pesar de que las encuestas no les otorguen presencia en el abanico parlamentario desde 2011.

Sea como sea, todos coinciden en que estas no son unas elecciones más. Un análisis demasiado amplio, a la par que cargado de razón. El duopolio del voto español se ha desestabilizado, si nos fijamos en las encuestas. Que Pablo Iglesias o Albert Rivera lleguen a La Moncloa, parece difícil que se de, pero no imposible. Algo que sería inaudito en la aún joven democracia española. Que van a tener la sartén por el mango, eso no hay sociólogo que lo pueda refutar.

 

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