Bravo, doña Gabriela

EDITORIAL. El último adiós a Chávez

Hugo Chávez ha muerto. Ahora sí que puede certificarse la muerte política del que, sin duda, ha sido uno de los grandes fenómenos políticos de nuestro tiempo: el chavismo. Venezuela ha entonado con la voz de las urnas el último adiós a Chávez.

Ha muerto la corriente vanguardista de oposición al imperialismo de Estados Unidos. Cuba, Corea del Norte y este tipo de regímenes no implican ninguna oposición. Se han quedado anticuadas y dejando en evidencia que acabaron por parecerse a los fascismos contra los que tanto lucharon. Pero, ay Venezuela. Cuántos quebraderos de cabeza dio a más de un líder internacional, cuando Chávez llegó. El chavismo llegaba de manos del que tiene el refrendo de la lucha contra una extrema corrupción y se va con un expediente propio del autoritarismo radical, del que acaba por generar un miedo, incluso, a sí mismo.

Si la oposición a los años de Chávez, desde el exterior, hacía inviable un país rico; no pudieron permitirse el lujo de que viniera desde dentro. Y llegó la cara amarga del chavismo, la que nadie puede defender. La que los defensores a ultranza de las doctrinas de Chávez en Europa siempre esquiva cuando se les pregunta. Según el Observatorio Venezonalo de Violencia (OVV), Chávez y su legado dejan tras sí 252.073 muertos y las cárceles llenas de presos políticos.

El mandatario entrante va a tener un duro trabajo por delante para reactivar la economía venezolana, hasta ahora en un estado de extrema planificación. El país está totalmente desangrado, la gente está muy necesitada, sin recursos primarios, sin papel higiénico, sin medicamentos, sin agua, sin trabajo. Nicolás Maduro deja un país fuertemente azotado por la crisis económica. Deja una Venezuela insegura, desprotegida, con una opinión pública débil y temblorosa que demostró su valentía en la cita electoral de ayer. Sin un proyecto para avanzar.

El discípulo de Chávez dijo que ganaría estas elecciones “fuera como fuera” y que cuando decía que “fuera como fuera, ya sabían todos lo que quería decir”. Sin embargo, triste de él, el carácter plebiscitario de estos comicios y el pronunciado resultado imposibilitaron cualquier tejemaneje.

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