Bravo, doña Gabriela

El Puente de las Flores de la ciudad de Valencia y la austeridad

Como ustedes sabrán el conocido como Puente de las flores del Cap i casal, desde su inauguración (va para 10 años) ha estado envuelto en la polémica. Y no por motivos estéticos que además de ser subjetivos, cada uno podemos tener nuestra opinión al respecto, si no por lo que nos ha costado en estos años su mantenimiento. Al parecer fue una iniciativa personal de la exalcaldesa Rita Barberá y del que hasta algunos populares -en privado eso sí- reconocían que se les había ido de mano su coste anual, sobre todo en los años en los que la crisis se hizo muy evidente. Ahora la concejala delegada de medio ambiente y alcaldesa en funciones Pilar Soriano, ha anunciado que intentará reducir los costes de mantenimiento del celebérrimo Puente de las flores.

El coste y mantenimiento de este equipamiento municipal nunca lo hemos tenido claro. Algunos grupos políticos, hasta hace solo unos meses en la oposición, llegaron a afirmar que al año costaba 500.000 euros; estos mismos cifraban en cerca de 4,5 millones de euros gastados desde su puesta en mantenimiento. En cualquier caso, parece que la cordura, los compromisos electorales o simplemente la falta de cash municipal que diría Carmen Lomana, aligerarán las cuentas municipales. También es verdad que los que ahora claman al cielo porque los nuevos gobiernos municipales se afanan en cumplir la Ley de la Memoria Histórica y tratan de hacer desaparecer del callejero el triste recuerdo del régimen franquista y se preguntan si no habrá cosas más importantes que resolver o el gasto que supondrá el cambio de placas de las vías públicas, en todo este tiempo no han dicho lo mismo de este despilfarro ornamental en este Puente de las Flores.

El caso es que con ayuntamientos como el de Alicante buscando debajo de las piedras presupuesto para poder hacer frente a los menús asistenciales para menores en riesgo de exclusión social, el endeudamiento de las arcas de la Generalitat por el nefasto modelo actual de financiación autonómica (recuerden los indignantes 1.453 millones de euros que el ejercicio pasado dejamos de recibir los valencianos de parte del Estado), la situación de paro de casi uno de cada cuatro ciudadanos de este Pueblo y un montón más de razones económicas que no políticas, no parece de recibo seguir manteniendo este gasto más propio de un emirato árabe. Y el que quiera ver en esto demagogia debería visitar urgentemente el oculista, o lo que es peor, directamente al psicólogo.

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